El nuevo presidente de Paraguay prestó juramento ayer para un gobierno de cinco años, en una emotiva ceremonia con  actos políticos y religiosos, que tuvo como característica principal la utilización del guaraní nativo por parte de Nicanor Duarte para dirigirse a los paraguayos.

“¡Cheipitivokena, cheipitivokena!” (¡Ayúdenme, ayúdenme!), exclamó con énfasis el nuevo gobernante, aclamado por varios miles de personas que se congregaron en la plaza del Congreso.

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La reacción del público fue de ovación, como si la interconexión con el mensaje hubiese sido perfecta, por el ingrediente que faltaba, después de una hora de discurso en español. El guaraní es una lengua hablada por el 90% de la población y se enseña en las escuelas y colegios en forma obligatoria.

Una decena de presidentes extranjeros y dignatarios de 95 países que flanqueaban al entronizado presidente celebraron en forma espontánea su curiosa –para ellos– alocución como un “prestidigitador” de la lengua.

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Duarte juró ante el presidente del Senado, el liberal opositor Mateo  Balmelli, en un acto realizado en la explanada del Congreso, frente a la bahía de Asunción, a pocos metros del fuerte que construyeron los españoles al mando de Juan de Salazar Espinoza hace 466 años. “Koe puaju” (nuevo amanecer), “Paraguay mbareté” (en un Paraguay fuerte), dijo Duarte que sintetizó así su anhelo de “resurrección” del país.

Duarte, del gobernante Partido Colorado, sucede a su correligionario Luis González Macchi, quien por orden judicial deberá permanecer dentro de las fronteras del país para ser enjuiciado por varios casos de fraude.