Con una misa se celebrará las bodas de plata sacerdotales del párroco de la iglesia Madre de Nazareth.

Su vocación al sacerdocio la sintió desde niño. Atraído por las celebraciones eucarísticas y por el profundo amor con que vivían sus padres el catolicismo, Roberto Toro García tenía definido lo que sería su futuro: una vida consagrada a Dios.

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Pero tuvo inconvenientes en su adolescencia, cuando tenía 12 años, debido a las continuas molestias de parte  de sus amigos y primos por su deseo de ser sacerdote, pues ellos le decían continuamente el joven cura.

Esto le afectó anímicamente, incluso bajó en sus calificaciones, lo que preocupó a su madre, quien por consejo de otras personas, lo envió a un internado en Quito. Así, ingresó al instituto de Don Bosco, donde nuevamente sintió esa motivación por el sacerdocio.

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Al egresar, se preparó en Cayambe, con los padres salesianos. Posteriormente estudió en Cumbayá, donde también daba clases, y finalmente siguió teología en la Universidad Católica de Quito.

Regresó a Guayaquil en 1978 y el 6 de agosto recibió la ordenación sacerdotal del entonces arzobispo de esta diócesis, Mons. Bernardino Echeverría Ruiz.

Su primer destino para la labor pastoral fue en el Guasmo, donde levantó la iglesia San Bernardino de Siena, en el Guasmo Norte. Luego de un año y medio de trabajo, lo trasladaron a la Sopeña.

Durante 24 años ha estado al frente de esa parroquia eclesiástica, sitio al que dotó de una iglesia que lleva el nombre de Madre de Nazareth, de una escuela y de un centro de formación: Oscus. Se ha preocupado además por fortalecer el catolicismo y de atender a los enfermos que acuden al hospital del Seguro Social.

Hoy la feligresía y amigos sacerdotes participarán de una misa que en su honor se celebrará a las 10h00 en el templo Madre de Nazareth, de la Sopeña.