Con orgullo y mucho gusto apreciamos toda la labor cívica que se está realizando por Guayaquil, sin embargo, pido encarecidamente al Alcalde que solucione un problema desesperante: el ruido urbano.
Este mal lo causan los vendedores informales que con altoparlantes venden frutas en carretillas, las personas que dejan activadas las alarmas de sus carros, y todos aquellos ciudadanos que no colaboran con el gran trabajo que la Municipalidad hace para que Guayaquil sea Más Ciudad.

Son verdaderamente ensordecedores el ruido y la bulla, que cada vez van creciendo, y que ahora no solo se dan en el día sino también en la noche, en lugares residenciales y ni qué decir en el centro de la urbe, lo cual afecta la salud mental y física de quienes vivimos en esta ciudad y la amamos.
Celeste Rodríguez
Guayaquil