Parece un paseo, un ciclopaseo que parte desde el parque de El Labrador (norte). Los muchachos van a 20 kilómetros por hora. Nadie se escapa hasta que se termina la planicie de Calderón y empieza el descenso vertiginoso, irreverente y desalmado. En menos de un minuto alcanzan los 120 kilómetros por hora.

Marcelo Calles se abre hacia la izquierda. Empieza a ganar la cuerda. Ya va liderando. El grupo compacto se abre como un abanico. Desde el último empiezan a pedalear más fuerte el azuayo Juan Veloz y el cayambeño Byron Guamá. Van a la caza de Calles.

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Su deseo es vehemente, tanto que los motociclistas de la Policía se ven sorprendidos. Tienen que acelerar más. Antes del peaje, Calles es absorbido y relegado a la tercera ubicación y es una nueva pelea: Veloz vs. Guamá.

Los pedalistas tienen la vía sur-norte para ellos solos. Los camiones, en cambio, el sentido norte-sur. Pero Guamá y Veloz son un par de adolescentes temerarios. Cortan las curvas en el carril por el que van los automotores.

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A pocos metros del puente del río Guayllabamba, Guamá levanta el cóccix y mete la cabeza en el manubrio. Logra deslizarse mejor en el aire y rebasa a Veloz. Desde ahí empieza una larga y triste trepada. Poco a poco el morlaco Veloz empieza a exhalar con furia.

Guamá se adelanta demasiado, y el líder de la prueba, Segundo Navarrete, también. Veloz es tercero, luego cuarto y en cada pedaleada pierde el aliento.

Segundo Navarrete alcanza a Guamá y desde allí no se despegan, sino cuando llegan a Cayambe, el terruño de Guamá. La gente ovaciona a Byron y este gana en el sprint final. Solo falta ver el duelo de hoy entre Guamá y Navarrete, en la etapa Cayambe-Ibarra.

La madre de Byron, Elbia de la Cruz, lo recibe llorando. En la premiación anuncian que el municipio de Cayambe le dará con $ 10.000 para su preparación. ¡Si la gente supiera que casi se mata contra un bus del valle del Chota!