Parece un paseo, un ciclopaseo que parte desde el parque de El Labrador (norte). Los muchachos van a 20 kilómetros por hora. Nadie se escapa hasta que se termina la planicie de Calderón y empieza el descenso vertiginoso, irreverente y desalmado. En menos de un minuto alcanzan los 120 kilómetros por hora.