"Nadie es tan inteligente para comprender su propia estupidez", dice el holandés Matthijs van Boxsel, un historiador literario que rescata la necedad de la vida humana como una fuerza de progreso en su "Enciclopedia de la estupidez", que acaba de aparecer en castellano.
 
Se trata de un ensayo de 240 páginas desde la perspectiva de un autor que "observa con asombro los logrados fracasos que forman nuestra civilización" y muestra que la idiotez es "condición esencial de la inteligencia" y su resultado, la inquietud intelectual.
 
"Es del tropiezo de donde sale a la luz la mecánica estúpida que hace girar el mundo", indica van Boxsel, y añade que "la sabiduría se alcanza a través de la adversidad", pero matiza que "esto, por supuesto, sólo funciona inconscientemente, como efecto secundario de nuestras acciones y en golpes de suerte".
 
Van Boxsel define la estupidez como "el talento de actuar inconscientemente en contra del interés propio, con la muerte como resultado extremo".
 
Por un lado -añade- es una amenaza y por otro el fundamento místico de nuestra existencia: "la cultura no es más que el producto de una serie de intentos más o menos fallidos de controlar nuestra idiotez autodestructiva. La estupidez obligó al ser humano a desarrollar su inteligencia".
 
Así todo un mundo pasado y presente de meteduras de pata y malentendidos se despliega en esta divertida obra, surgida de "esa pérdida de armonía cuyo centro es el hombre", en palabras del autor, quien recuerda que se lanzó a su tarea después de leer "El hombre sin atributos", de Robert Musil.
 
El discurso "Sobre la estupidez" que Musil pronunció en Viena en 1937 (su última obra publicada en vida), fue para el historiador holandés un descubrimiento al comprobar que el escritor austríaco no definía la estupidez como falta de inteligencia, sino más bien como falta de sentimiento, y que hasta hablaba de "una estupidez inteligente".
 
Algunos grabados de la Edad Media y el Renacimiento con alegorías de la estupidez asociada a dos extremos -demasiado lenta y aturdida o demasiado rápida y precipitada-, son el punto de partida de la "Enciclopedia de la estupidez", que se remonta a los clásicos griegos y ubica a fines del XVIII la asociación, cada vez mayor, de la estupidez con la mediocridad.
 
"El burgués estúpido adquiere protagonismo no sólo en los grabados, sino también en la literatura", escribe Van Boxsel, para quien el burgués "simboliza la rectitud intolerante de las masas. El estrecho de miras peca de no pecar y la normalidad se convierte en algo enfermizo".
 
No es casual -dice- que en el siglo XVIII la estupidez fuera descubierta por la frenología y la cefalometría, cuyos practicantes afirmaban que, con ayuda de un compás y una regla, era posible medir el contenido y envergadura de la inteligencia, y así hasta adquirir las formas más grotescas.
 
La enciclopedia empieza en ese punto "donde ya no es posible distinguir la ciencia de la estupidez de la estupidez de la ciencia", escribe el enciclopedista, que arrancó su investigación en 1980, al abrir los ojos a ese "gran reino del fracaso de la inteligencia, que es un reino de esta tierra".
 
"La estupidez se manifiesta en todos los ámbitos de la vida, en todo ser humano y en todo momento", asegura este historiador y deduce que cualquier estudio que la aborde adquiere dimensiones enciclopédicas.