Voy todas las tardes al parque Rocafuerte, frente a la iglesia San Francisco, para visitar al Santísimo, después salgo a sentarme en los bancos a leer los libros que prestan en una carretilla para leer ahí.

Estoy muy triste porque he visto que las palomas ya no pueden comer el trigo que vendían al público los carretilleros. Se ha prohibido alimentarlas. ¿Por qué? ¿Quién ordenó eso? ¿Acaso quieren que se mueran esos animalitos? En muchas partes del mundo se acostumbra hacerlo.
Ojalá se informe a la ciudadanía al respecto.

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Yo les seguiré dando alpiste. Esas aves han sido la atracción de los niños, adultos y de los extranjeros que les toman fotos.

Sugiero que se pida la colaboración del Cuerpo de Bomberos que está cerca del parque, para que por la tarde lo laven con agua.
Nelly León viuda de Roche
Guayaquil