El Ecuador, como nunca, se debate en la miseria.

La desocupación cada día aumenta y la tragedia de muchos ecuatorianos de abandonar el país ocasiona que las familias se dividan y afecten emocionalmente ante la falta del padre o la madre que debe salir al exterior a conseguir trabajo.

La delincuencia crece ante la desocupación.

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Muchas personas quieren laborar para sentirse dignas de mantener honradamente sus hogares, pero al parecer van perdiendo las esperanzas de encontrar en el país dónde trabajar.
Ojalá el Presidente de la República enmiende esta situación.
Luis Olivo Bonilla
Ambato