El último informe de la Comisión de Tránsito del Guayas sobre el estado en que se hallan los taxis que funcionan en Guayaquil es verdaderamente alarmante: un millar y medio de unidades que prestan ese servicio en la ciudad tienen más de 25 años de fabricación.
Traducido a un lenguaje sencillo esto quiere decir que cotidianamente centenares de ciudadanos deben poner su vida en peligro al embarcarse en vehículos que en casi ningún otro lugar del mundo estarían autorizados para transportar pasajeros.
Publicidad
Guayaquil es una ciudad que está cambiando y que aspira a transformarse en un destino turístico de primer nivel. Tiene todas las condiciones para alcanzar ese objetivo así que no estamos hablando de utopías. ¿Pero podremos alcanzar esa meta algún día si lo único que el visitante extranjero encuentra para movilizarse son chatarras con cuatro ruedas y un cuarto de siglo encima?
Solucionar este gravísimo problema no implica ocasionar un perjuicio a los actuales propietarios y conductores de taxis que sean serios en su actividad. Ellos saben perfectamente que ningún negocio sobrevive y se mantiene rentable en el largo plazo si no se moderniza. Renovar la flota de taxis no solo iría en bien de los usuarios sino que contribuiría a elevar el nivel de vida de quienes han invertido sus esfuerzos en esta actividad para brindar un servicio honesto y eficiente.