Cuando hace 10 años las aguas represadas por el deslave de La Josefina tapaban los cultivos, viviendas y todo lo que hallaba a su paso, Walter Suárez colocó 60 tanques bajo su vivienda de madera de ciprés y la hizo flotar.

Así salvó su edificación, en el sector El Descanso, del desastre que conmovió a los azuayos y cañarejos. La casa y su propietario se convirtieron entonces en símbolo de lucha y coraje, frente a la adversidad.

Luego del desfogue y cuando las cosas volvieron a la normalidad, Walter decidió agradecer la protección divina. Acondicionó un espacio a 200 metros del puente El Descanso, junto a su actual residencia, adecuó una gruta y, encima, colocó su casa flotante.

Publicidad

El santuario alberga la imagen de La Dolorosa del colegio San Gabriel, que está en medio de dos hilos de agua que salen de una vertiente natural y se acumulan en una pileta. En la parte alta, llamativa y firme está la villa que en el represamiento flotaba.

Para recordar el desastre de La Josefina, que se dio entre el 29 de marzo y el 1 de mayo de 1993, Walter Suárez y los moradores de El Descanso organizan una misa y actos festivos, a mediados de abril de todos los años. La sede de esta conmemoración es la casa gruta.

El personaje cuenta que ahora tiene “un dinerito de ahorros” para construir una terraza y establecer un salón de actos. Con esto, la denominada casa flotante tendrá un segundo piso.
Suárez lamenta la falta de interés de las autoridades de turismo de Azuay y Cañar, que no toman en cuenta la importancia del inmueble. “Permanentemente llegan turistas extranjeros y nacionales para conocer y tomarse fotos en la vivienda, pero ellos vienen porque alguien les contó”, refiere.

Publicidad

Lo ideal sería que se promocione, que se dé a conocer que este es un símbolo de la decisión para enfrentar los desastres naturales, dice.