Al proponerles un tema como El fuera de juego (Regla 11 de las Reglas de Juego), muchos aficionados e incluso
entendidos se preguntan “¿Cuándo, por qué y para qué se inventó el offside en el fútbol?”. Todos saben en qué consiste , pero casi nadie puede explicar su finalidad.
Stanley Lover, un inglés experto en el reglamento del fútbol, dice que las reglas son brillantes, y que de las 17 normas que componen este código, ninguna brilla más que la de El fuera de juego. Respetable. Sin embargo, en sus diversos escritos y libros sobre el particular, ni siquiera él logra explicar su finalidad.
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En sus orígenes, este juego semejaba una batalla (lo era, de hecho, entre pueblos cercanos). Nos lo cuenta el mismo Lover: “Hace dos mil años, cuando los generales romanos organizaban los juegos del harpastrum, una especie de simulacro de batalla para entrenar a los soldados en las disciplinas del arte marcial, se formaban fuerzas equiparables cuyo objetivo era capturar un blanco llevando una pelota por detrás del frente enemigo, utilizando la fuerza física y la táctica para superar a los contrincantes. Una estrategia básica era avanzar en unidad detrás del balón. Todo soldado que se hallaba delante era considerado fuera de su unidad (fuera de lugar-fuera de juego), fuera de la batalla hasta que retornase detrás del balón”.
“Varias escuelas inglesas desarrollaron el juego del fútbol-rugby como una versión callejera del harpastrum. Mantuvieron los principios romanos al incluir una regla según la cual los jugadores tenían que combinar avanzando detrás del balón“. Aclara el origen, no su finalidad.
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En el nacimiento de este fabuloso entretenimiento, se consideraba a un jugador como “hipócrita” si al recibir un pase desde atrás no tenía al menos cuatro o cinco rivales por delante al emprender un ataque. Se estimaba poco ético estar esperando una pelota junto al arquero para intentar un gol.
Al margen de ello, la regla tuvo una utilidad práctica. Que sin dudas fue excepcional. Mas no por su contenido moral,
sino porque encauzó el juego. Hacia 1840, los partidos eran anárquicos, no estaban creados los sistemas y se buscaba el gol de manera desordenada, con diez atacando de cualquier manera y uno defendiendo, el portero. Para unificar su desarrollo, se creó en 1846 el primer Código de Fútbol, en Cambridge, y ya allí se incluyó la regla del offside. Dio resultado: se disciplinó el juego y se estructuró más o menos como lo vemos hasta hoy.
La Regla de Cambridge de 1856 especificaba que “Ningún jugador está autorizado a vagar entre la pelota y la meta del adversario”. ¡Todo el que estaba delante de la pelota incurría en offside! Pero cuando ya no fue necesario tener al fútbol tan encorsetado, el fuera de juego se fue suavizando. En 1867 la Asociación Inglesa aceptó una modificación que dinamizó el juego: un jugador “solo” estaría en posición adelantada cuando no hubiera entre él y la línea de meta al menos tres defensas. Y en 1925 se produjo la revolución: se bajó de tres a dos. Con tener apenas dos rivales por delante ya se estaba en regla. Por último, en 1990 se estipuló que estando “En la misma línea” con esos últimos dos rivales, tampoco habría posición ilegal.
Hoy, con un fútbol veloz, el offside se ha vuelto la piedra del escándalo. En su momento, el fuera de juego fue genial; hoy pareciera no tener mayor sentido su aplicación.