Si partimos del enfoque de que “solo la educación nos hará libres” o “entre más libros más libres”, podremos agregar que el sistema educativo, en todo país, se convierte en la plataforma social para que emerja en el desarrollo o en el profundo socavón donde puede fenecer su economía.
Lo que quiero manifestar, con estas primeras expresiones, es decirle que se debe dar a la educación el puesto que se merece. Es la única arma con la que un país puede combatir la pobreza o el subdesarrollo social en que se encuentra abatido.
Si comparamos las realidades educativas de los países subdesarrollados con las de los que están en desarrollo o en las cumbres del mismo, nos podemos dar cuenta de que estos países han invertido una muy buena parte de su presupuesto nacional para actividades educativas y tecnológicas, pues han sido sabios en apostar a la educación y el adiestramiento de la técnica, y gracias a ello han podido convertirse en los vanguardistas del desarrollo económico.
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Así tenemos el caso de Japón, Corea, Estados Unidos, Alemania, España, Francia, Italia y muchos otros que han logrado destacarse en este aspecto.
Como otro ejemplo podríamos citar a Cuba que, a pesar de tener muchos obstáculos en sus relaciones exteriores, se ha dado cuenta de que solo un pueblo educado puede salvar al país. De ahí que el analfabetismo ha sido erradicado casi en su totalidad.
Hablando de nuestro país, Ecuador, ¿cuándo podríamos salir del estado de subdesarrollo financiero y educativo en que nos encontramos?
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Mientras dejemos que sean otras las prioridades del presupuesto nacional y solamente nos acordemos de ellas como un mal padre que piensa en beneficiar solo una necesidad de sus hijos, seguiremos sumidos en la ignorancia académica y tecnológica y por ende tapando las fronteras hacia la técnica y la modernización, que son sinónimo de desarrollo.
Solo un país que cuenta con gente preparada será un país que progrese económicamente, pues sabrá trazar estrategias que lo ayuden a emerger. ¿Será esto posible? Para contrariedad nuestra la respuesta la tienen los gobernantes, pues solo ellos sabrán implementar las directrices que ayuden a que la economía del país se equilibre y apunte hacia la superación.
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Ojalá ellos hagan conciencia de su papel de padre-estado y acierten en darle a su pueblo lo que necesita: educación. ¡Que así Dios lo quiera!
CINDY SOLEDISPA
Estudiante de Auditoría y Control de Gestión en la ESPOL.