El bicampeón, Emelec, contará en quince días con el capitán Candelario, quien se lesionó hace siete meses.

Moisés Candelario Díaz sonríe tal cual niño al que le llegó el regalo que tanto soñó, pero que debió esperar con paciencia porque no había dinero para comprarlo. Hoy el volante creativo de Emelec, que en su infancia sí se privó de más de un juguete por falta de dinero, ha recibido el mejor obsequio de su vida: volverá a jugar al fútbol.

Para él eso es como “un regalo de Dios”, porque se ha recuperado de una delicada lesión: rotura del ligamento cruzado anterior y menisco de su rodilla derecha. Es más, el martes pasado, después de siete meses e igual número de días de la lesión, volvió a conseguir un gol. Cuenta que jugaba un amistoso ante la Sub 20 y, cuando tuvo la oportunidad, anotó de larga distancia.

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Para él fue inolvidable y anecdótico. Inolvidable, porque sintió una emoción única, dio gracias a Dios, bajó la cabeza y siguió jugando. Pero también fue anecdótico, porque Carlos Hidalgo, el amigo con quien creció en las juveniles del bicampeón ecuatoriano, salió de la banca de suplentes –desde donde observaba el encuentro– para celebrar como si fuera un partido oficial, y le gritó: “bien Flaco”.

A la distancia, Moisés agradeció el gesto y después vio cómo Carlitos, como cariñosamente lo llama, estaba tan feliz que incluso dejó escapar unas cuantas lágrimas. Juan Rossi, el hombre que trabaja todos los días con él en dos jornadas, también celebró. Celebró emocionado, porque él sabe que la lesión que, el 18 de agosto del 2002, sufrió Candela no es fácil de superar. Sin embargo, hoy ve con satisfacción que el jugador –un experto para conseguir goles de larga distancia– está a punto de volver. Y es que, perseverando desde el mismo momento en que llegó a Guayaquil, Rossi ha logrado que Moisés recupere la musculatura y baje de peso.

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Aunque el asistente del técnico Salvador Capitano sostiene que al volante no hay que obligarlo, sino esperarlo hasta que se sienta seguro de poder volver a jugar, reconoce que podrá ser considerado en unos quince días. El jugador escucha y comienza a contar los días con sus dedos. “Ante Técnico Universitario será mi primer partido. Yo sé”, dice.

Pero el camino recorrido entre consultorios médicos, piscinas, gimnasios y gramados no ha sido tan fácil para Candelario. Al contrario, pese al respaldo de toda su familia, confiesa que sufrió mucho. Incluso, a ratos consideró que en Emelec jamás lo valoraron.

Sobre todo, cuando en el equipo se hizo caso omiso a su pedido de que nadie se pusiera la camiseta Nº 15, que él usaba. “También me sentía abandonado”, dice cuando recuerda que durante cuatro meses y medio trabajó sin que nadie vigilara de cerca sus jornadas de rehabilitación.

RECUPERACIÓN
RESPALDO

Desde el momento en que el técnico Salvador Capitano se hizo cargo de Emelec, Moisés Candelario no trabaja solo. Lo hace junto a Juan Rossi.

TRABAJO
Con Rossi, Candela realiza un trabajo de fortalecimiento de la musculatura de ambas piernas, especialmente la derecha que es donde fue operado por rotura del ligamento cruzado anterior y los meniscos.

PROCESO
Candelario trabaja todos los días en doble turno. En la cancha con sus compañeros de Emelec y en el gimnasio junto a Rossi. El trabajo que hace con él le ha ayudado a bajar de peso y además a obtener musculatura.

INCREMENTO
Conforme pasan los días se incrementa el trabajo al jugador, que –según Rossi– es muy perseverante y muestra seguridad en cada jornada de trabajo que efectúa.