Con pancartas y cantando consignas, decenas de  miles de personas realizan este sábado en Manhattan una manifestación para  reclamar la detención inmediata de las hostilidades en Iraq.

 

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Al mediodía los manifestantes se reunieron en el centro de la isla, sobre  la avenida Broadway, para empezar a desplazarse en calma hacia la plaza  Washington, bajo un sol estival y rodeados de un impresionante dispositivo  policial.

 

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Respondían así al llamado de varias organizaciones pacifistas, en  particular "Unidos por la paz y la justicia", que el mes pasado había reunido a  más de 100.000 personas en las inmediaciones de la sede de las Naciones  Unidas.

 

Numerosos manifestantes protestan asimismo contra la cobertura de los  primeros días de guerra que realizan las cadenas de televisión de Estados  Unidos, a las que acusan de embellecer lo que hacen los militares y de falta de  independencia y espíritu crítico.

 

Liana Owen, de 16 años, vino con sus padres desde la región de Poconos en  el estado de Pensilvania, a dos horas de viaje de Nueva York. "Es importante  que el mundo entero sepa que no creemos en esta guerra. No es normal que  invadamos un país para cambiar el régimen. Debieron obtener la autorización de  la ONU para hacerlo y no la obtuvieron".

 

La falta de esa autorización de la ONU y el aislamiento de Estados Unidos  en el escenario internacional es el leitmotiv de los discursos de los  militantes pacifistas.

 

"Es una locura", afirma David Lieber, un neoyorquino de 36 años, que carga  con su hijo de dos años sobre sus espaldas. "Nada demuestra que hiciera falta  hacer esto ahora. Nadie quiere a Saddam Hussein, pero él no representa ninguna  amenaza. La ONU no aprobó esta guerra (...), atenta contra nuestras alianzas y  la necesaria guerra contra los verdaderos enemigos: los grupos terroristas".

 

"Los norteamericanos están persuadidos de que Saddam estuvo implicado en el  11 de setiembre, pero nadie lo puede demostrar. El mundo y nuestro país son  rehenes de esta administración", argumenta.

 

Un grupo de mujeres jóvenes lleva una pancarta: "Lesbianas contra la  invasión de lo que sea por los varones". También puede leeerse: "La guerra  preventiva es terrorismo", "Estos no son los Estados Unidos que quiero",  "¿Dónde caerán las bombas la próxima vez?" e "Irak, Irán, Siria, Corea, Colombia: la guerra perpetua".

Debbie Elkin, de 45 años, vino con su hijo de doce años desde New Heaven,  una ciudad de Connecticut, al norte de Nueva York, a bordo de un tren  especialmente fletado. "Saddam es terrible", asegura, "pero no es el único. Es  estimulante que tantas personas en el mundo expresen su oposición (a esta  guerra). De hecho, tenemos mucho más poder del que nos quieren hacer creer los que nos gobiernan".