La celebración del "Martes de Challa", que rinde tributo a la Pachamama, la madre Tierra de la cultura aymara, despedía cuatro días de carnaval en Bolivia en medio de licor y petardos.
Según la costumbre, la "challa", enraizada en el mundo andino del oeste boliviano pero que también ahora se extiende por un intenso flujo migratorio al sur y este, consiste en halagar a la Pachamama con ofrendas diversas como vino, alcohol, mixtura de papel de colores y serpentinas.
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Desde temprano, en viviendas y comercios, la mayoría de los bolivianos de diversas capas sociales cumplían el rito pagano-religioso de rociar con vino y alcohol bienes como terrenos, casas, vehículos e, incluso, fuentes de trabajo.
Mientras se hacen las ofrendas a la Pachamama un sacerdote indígena recita oraciones en lengua aymara invocando la buena fortuna, salud y armonía en el hogar.
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Un día después del rito las familias acuden a las iglesias católicas arrepentidas por el desenfreno del carnaval para dar lugar al "Miércoles de Ceniza", que dará lugar a tres días de recogimiento.
El domingo siguiente, "Domingo de Tentación", sepultarán al carnaval hasta el año que viene.