Con los 10 kilos que aumentó por el embarazo, Catherine Zeta-Jones se ve todavía mejor. Tiene las curvas más pronunciadas y la maternidad le provoca una amplia y orgullosa sonrisa. “El antojo del día es dar un reportaje”, dijo en esta entrevista realizada pocas semanas antes de que nazca el segundo descendiente de su matrimonio con Michael Douglas. Esta unión y su propio éxito en varias películas la han convertido en una de las actrices más fotografiadas, cosa que ella detesta, al contrario de su personaje en la película Chicago, que adora la fama a cualquier costo.
Pregunta: ¿Le parece que hoy, los fotógrafos persiguen más a los famosos que en los años dorados de Hollywood en 1920?
Respuesta: Creo que es igual que siempre, solo que ahora hay más revistas. Ser una celebridad se volvió algo muy intenso. Hay tantas revistas que aumentó todavía más el deseo de la gente por saber sobre nosotros, no solo de cine sino de cosas insignificantes como el color que usamos en la cocina... Si te fijas en la máquina de publicidad que Hollywood solía generar, apenas si había fotógrafos en un estreno o sacaban una foto si algún famoso iba a cenar afuera. Y eso ya dejó de ser novedad. La película Chicago sigue siendo contemporánea por la fascinación de la gente por la fama. Cualquiera se hace famoso por hacer lo peor. Hay hambre por la fama.
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P: ¿A usted también le fascina la fama?
R: No. Y menos cuando publican mentiras. Como también molesta cuando tengo un fotógrafo persiguiéndome, solo porque llevo a mi hijo Dylan al parque. Y si los insulto, es peor, no me dejan tranquila por semanas.
P: ¿Insultó a algún fotógrafo alguna vez?
R: Más de una vez. Seguro. A los paparazzi los tomaría del cuello si pudiera. Pero cualquier insignificancia que pasa, termina aumentada en una revista.
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P: ¿Se cuida más de los paparazzi ahora que está embarazada?
R: No soy de caminar mucho por la calle, en esta época, pero me protejo más. El otro día, en Los Ángeles, para pedirme un autógrafo y sacarme una foto, una persona saltó encima mío y me pegó con la cámara en el estómago. Cosas así me dan miedo. Pero con Michael (Douglas) estamos viviendo ahora en Bermudas. Allá es todo más privado, mi hijo va a la escuela y nadie nos molesta.
P: ¿Será que nadie imagina cruzarse con Catherine Zeta-Jones y Michael Douglas en las Bermudas?
R: Es cierto. A Michael llegaron a preguntarle si era Kirk Douglas, el padre. Y él no podía parar de reírse “Si fuera Kirk Douglas, tendría 86 años. ¿Parezco tan viejo?”. Pero es genial. En Bermudas puedo ir al doctor sin que me fotografíen para mostrar cómo voy vestida y si llevo un traje de diseñador.
Catherine no es solo perseguida por sus películas, sino porque en poco tiempo se ha vuelto un ícono del glamour de Hollywood. Su elegancia la ha convertido en la celebridad preferida de muchos diseñadores, que se disputan para que lleve sus modelos a los estrenos. Pero entre sus trajes más preciados, la actriz conserva los diseñados por su madre. “Ella me hizo todos mis vestidos desde que era adolescente. Y cuando viene a visitarme, enseguida enchufo la máquina de coser para que me cosa algo nuevo”, dice.
Créase o no, hubo un tiempo en que Catherine hacía lo imposible por verse mal frente al espejo. “Me vestía mal a propósito. Pensaba que tenía que verme como si hubiera dormido debajo de un puente, para que la gente me tomara seriamente como actriz”.
Y fue por eso que la rechazaron para las películas Sabrina con Harrison Ford; Legends of the Fall con Brad Pitt o First Knight con Richard Gere. “Yo tenía 24 años y los personajes que me gustaban se los daban a Helena Bonham Carter, Kate Winslet, Julia Ormond, Kate Blanchett y Emily Watson. Tenía una ambición muy fuerte, que todavía tengo, pero la actuación siempre, en cierta forma, fue parte de mi vida. Nunca pensé en hacer otra cosa, ni me imagino en otro trabajo.
P: ¿La maternidad le hizo cambiar la forma de pensar en el tipo de películas que acepta hoy?
R: La diferencia es que hoy no soy la Mujer Maravilla y pocas veces puedo darme el lujo de viajar seis meses a Toronto para filmar una película como Chicago. Pero perder un par de noches al lado de mis hijos por trabajar, tampoco me hace una mala madre. A veces hay que hacer malabarismos para conformar a todos.
P: ¿Se separó entonces de Michael Douglas por seis meses para filmar Chicago?
R: Él viajó conmigo y cuando yo trabajaba, él se quedaba con Dylan, pero no estábamos tan lejos de casa. Claro, no aceptaría filmar en Europa. Tengo que fijarme bien dónde filman una película y cómo voy a manejar mi tiempo, antes de aceptar. Michael me apoya mucho pero un matrimonio se trata de eso, ya no puedo pensar solo en mí.
P: ¿Quedó embarazada durante la filmación de Chicago?
R: No. Ya habíamos terminado la película. Cuando le dije al director Rob Marshall que estaba embarazada me contestó: “Espero que la publicidad de Chicago no le moleste tanto al bebé”.
P: ¿Pensó en tomarse dos o tres años de vacaciones para dedicarle más tiempo a sus hijos?
R: ¿Y qué voy a hacer tres años sin trabajar? Prefiero filmar una película que me permita llevar a mi bebé. Por supuesto, antes voy a tratar de bajar de peso, para volver a estar en forma. Apenas pueda, quiero trabajar de nuevo. Ahora... si alguien viene y necesita un personaje de embarazada, firmo enseguida.
P: ¿Pensó en filmar una película con su marido?
R: Sí. Queremos filmar una película con Michael, pero nos está costando conseguir algo donde no aparezcamos como pareja. No queremos que sea una historia de amor que muestre en el cine lo que la gente imagina que vivimos en la vida real. Es difícil, pero esperamos encontrar algo.
El marcado acento, el pelo oscuro y el nombre ‘Zeta’ (que nada tiene que ver con El Zorro), sugiere un origen hispano, pero en verdad, Catherine nació en la británica Gales, un 25 de septiembre de 1969, compartiendo el mismo día de cumpleaños que su esposo Michael Douglas, aunque se llevan 25 años de diferencia. Y así se conocieron, cuando los dos celebraron el mismo cumpleaños en una fiesta de Nueva York, bailando juntos por primera vez.
Y verla bailar tan bien en Chicago no es coincidencia, porque la danza fue la base de los primeros pasos en el mundo del espectáculo, cuando a los 10 años bailaba y cantaba para un grupo religioso, antes de protagonizar en teatro la comedia musical Annie. Para el musical 42nd Street la habían contratado para el segundo papel suplente del personaje principal y después que la protagonista y el primer suplente se enfermaron, Catherine terminó encabezando el elenco. También, tuvo algunos personajes secundarios en la película Cristóbal Colón: El Descubrimiento y las versiones en televisión de Indiana Jones y Titanic. Ninguna tuvo gran repercusión, pero detrás del televisor viendo la miniserie de TV Titanic, estaba Steven Spielberg que enseguida la recomendó para acompañar a Antonio Banderas en La Máscara del Zorro, con un éxito inmediato que la convirtió en “la Zeta más cara” cobrando tres millones de dólares para la película Traffic, que ahora se duplicaron con Chicago, donde ya la reconocieron internacionalmente con una nominación al premio Globo de Oro como Mejor Actriz.
P: ¿Es cierto que desde chica había soñado con filmar una película como Chicago?
R: Sí, sí. Crecí en una ciudad al Sur de Gales donde solamente había un cine y si quería ver mas películas tenía que alquilarlas en video. Y a mí siempre me gustaron las películas musicales. Para mí tenían el glamour de Hollywood, con Fred y Ginger. Ese mundo todavía me fascina. Eran tiempos más inocentes, se juntaban en el estudio para ir a estudiar juntos... Desde siempre me pareció una familia a la que me gustaba pertenecer. Y crecí soñando en subirme a un escenario. Pero nunca imaginé que iba a llegar al cine, solo me veía mudándome a Londres para buscar trabajo en teatro. Y mis padres me apoyaron todo el tiempo, llevándome al club para las competencias de zapateo americano o cosas así.
P: ¿Y cómo logró cumplir el sueño de protagonizar Chicago?
R: El director Rob Marshall me había llamado porque vio un video mío y quedamos en vernos justo el día del ataque terrorista en las Torres Gemelas, el 11 de septiembre. Obviamente la reunión se canceló y recién lo volví a ver un mes después. Como nunca me había visto cantar, me ofrecí y le canté All That Jazz.
P: ¿Realmente baila en la película o usaron dobles?
R: Soy yo la que bailo. Pero no me pidas que te demuestre cómo bailé sobre una silla en Chicago, porque con mi panza de embarazada no puedo ni moverme. Ni los dedos del pie me puedo tocar.
P: ¿Ya vio la película? ¿Qué le pareció?
R: La primera vez que la vi, no paraba de criticarme, pero me siento orgullosa de ser parte de una película como Chicago.
P: Renée Zellweger declaró que tenía un poco de miedo de trabajar con usted, ¿lo sabía?
R: Espero no haberle dejado una imagen de monstruo. Renée trabajó muy duro y no puedo imaginar a nadie más haciendo el papel de Roxy. Con ella tuvimos solamente una escena, al final de la película y para cuando vino, yo hacía tiempo que estaba filmando. Seguro que me habrá visto bailando con estos hombres que me tiraban por el aire... Tendría que haberme visto el primer día. Yo era la que tenía miedo, porque no creía que pudiesen sostenerme y pensaba que iba a terminar en el suelo con el cuello roto.
P: ¿Le sorprende el éxito que ha conseguido en tan poco tiempo?
R: Sí, me sorprende. Pero también sé que el trabajo duro tiene que ver. Las cosas no siempre funcionan como una las soñó. Muchos de mis amigos en Inglaterra me destacan la suerte que tengo por hacer lo que hago. Y es verdad, tengo suerte, pero cuanto más duro trabajo, más suerte tengo. Soñé tanto con conseguir este nivel, que trato de cuidarlo. También el éxito exige sacrificios, como dejar mi casa a los 15 años, quedarme sin trabajo después de una miniserie de televisión, mudarme sola a Estados Unidos pensando lo mal que hacía por tener que competir con todas las chicas lindas que viven en Los Ángeles. Después de todo, debo tener suerte, pero trabajo duro también y si conservo lo que he logrado, será por eso.