Para los niños, jugar con un trompo de madera es algo mágico, al menos así lo señala Irwin Vinces, quien a sus 8 años es un experto en hacer piruetas con este juguete popular, que aún es una tradición en Portoviejo.

Lo que Irwin desconoce es que el experto en la fabricación de trompos es Jorge Rezabala Véliz, de 63 años y dedicado a la carpintería desde que tiene uso de razón.

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El artesano fabrica este juguete como una herencia de su padre, Diocles Rezabala Palacios, quien en el siglo pasado abrió el negocio, luego de aprender el trabajo en la escuela de Artes y Oficios que dirigía el sacerdote Pedro Shumacher, en Portoviejo.

Los Rezabala son famosos por fabricar los trompos de madera que se comercializan en Portoviejo, Guayaquil, Quito, Cuenca y otras ciudades.

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Los juguetes salen de un trozo de madera de tillo, que adquiere forma en un torno, se los lima y pinta de varios colores. Finalmente se les introduce un pequeño clavo en el que se ubicará la punta de una cuerda o piola que al desenrollarse hace que gire.

“Nuestra carpintería es un negocio familiar, actualmente trabajamos ocho personas, y no solo fabricamos trompos, sino otros objetos como guitarras, bandolines; además de cómodas, juegos de sala y comedor, camas y todo aquello que el cliente quiera”, señala el maestro.

La elaboración de los trompos no demanda más de un minuto, es por eso que diariamente los Rezabala fabrican cerca de 300, que se los comercializa a $ 0,30 cada uno en la misma carpintería de las calles Sucre entre Espejo y Juan Montalvo.

En estas semanas, la demanda de trompos es muy buena, por ser época de vacaciones.

Carlos Rezabala, sobrino de Jorge, menciona que de noviembre a mayo los pedidos del juguete de palo se incrementan y ellos duplican la producción.

Rezabala padre indica que para él y sus parientes lo primero es la calidad del producto, es por eso que buscan madera de buena calidad como laurel, guayacán, bálsamo, amarillo y el tillo, que provienen de las montañas del cantón 24 de Mayo.

El juguete pierde espacio
PORTOVIEJO
Emiliano San Lucas, profesor de la escuela fiscal Gran Colombia, considera que los juegos populares como el trompo, la rayuela, yoyo, salto de la cuerda y otros, dejan de ser preferidos por los menores de esta época.

“Por influencia de la televisión y la radio, los niños dejaron de jugar esas cosas y ahora solo saben de nintendos, videos, juegos con armas y otras distracciones que en ocasiones hacen daño”, dice.

Alguien que recuerda los tiempos de bonanza del juego del trompo es Jesús Balda, comerciante portovejense de 72 años. Relata que en su infancia los trompos se los hacía con madera de mate y tagua.
“Cuando eran de mate zumbaban cuando se los lanzaba al suelo y daban vueltas”, afirma con nostalgia.