Athina Onassis-Roussel, la única descendiente directa y nieta del fallecido magnate griego, Aristóteles Onassis, cumplió ayer 18 años y heredó la fortuna de 2.700 millones de dólares en empresa, inmuebles y obras de arte.
En su cumpleaños y llegada a la mayoría de edad, Athina pasó el día en la Villa Boislande en Suiza –un palacio de 1.800 metros cuadrados y en el que vivieron sus padres Cristina y Thierry Roussel antes de divorciarse– donde firmó los documentos de aceptación de la herencia que la convirtió en una de las personas más ricas del mundo.
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La inmensa fortuna está compuesta por depósitos de dinero en diversos bancos en el mundo, acciones, grandes cantidades de oro, obras de arte y propiedades, entre ellas, la isla Escorpio, donde se encuentran enterrados su abuelo Aristóteles, su abuela, Tina, su madre y su tío.
También propiedades en Suiza, Francia y Bélgica.
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Esa fortuna es la mitad de una suma total que Aristóteles Onassis dejó en 1975 a su hija Cristina, quien luego falleció en 1988 por supuesta sobredosis de píldoras adelgazantes.
Tres años
Athina tenía tres años cuando su madre murió en Argentina. Christina y Roussel, su cuarto marido y heredero de un farmacéutico francés, se habían divorciado en 1987.
Antes de morir, Cristina delegó la fortuna a su hija.
Alta y con los ojos oscuros de su madre, la heredera pasa actualmente mucho tiempo en Bélgica, donde se entrena con la esperanza de formar parte del equipo ecuestre olímpico de Grecia en 2004.
En Bruselas conoció y supuestamente se enamoró del brasileño Alvaro de Miranda Neto, un medallista olímpico de salto ecuestre de 29 años.
Athina asistió, tras la muerte de su madre, a colegios públicos en Suiza con sus hermanos, y desarrolló una gran pasión por la equitación.