Decenas de calles del oriental estado de Colima amanecieron ayer cubiertas por camas improvisadas y los féretros de las 28 víctimas que dejó el terromoto del pasado miércoles.
Centenares de personas decidieron pasar la noche en las calles por temor a que haya un nuevo sismo, similar al que destruyó la ciudad y que por su intensidad, 7,6 grados en escala de Richter, recordó de inmediato al de 1985, en el que murieron 20.000 personas en todo el país.
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Algunos dormían en camas hechas de cartones, otros en colchones, mientras los familiares de las víctimas instalaban rudimentarias capillas ardientes, con los ataúdes sobre mesas y cobijas, junto con fotos de los fallecidos.
En los velatorios se ofrecían café y pan a los transeúntes, mientras hombres y mujeres caminaban aún impactados por el temblor, muchos sollozando.
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“La estamos velando desde ayer en la noche. La velamos en la calle porque la casa de mis hermanos está lejos y la casa de mi mamá quedó toda destruida”, dijo Carlos Rodríguez, hijo de María de Macías, de 83 años de edad, quien murió por el sismo.
Colima, donde viven unas 210.000 personas, fue la ciudad más afectada y una de las más próximas al epicentro del terremoto, que también provocó apagones y temor en la capital mexicana.
Hasta ayer en los hospitales de Colima se atendía a más de 300 personas heridas.
“Mi mamá murió aplastada y quedó atrapada. La sacó mi hermano y otras personas”, dijo Carlota Rodríguez, hermana de Carlos Rodríguez.
El presidente Vicente Fox llegó ayer a la devastada ciudad y expresó su consternación por los efectos del terremoto. “Independientemente de lo material, lo importante es estar aquí, es darle confianza a la gente”.
El Mandatario mexicano prometió reconstruir “cuanto antes” las 800 casas destruidas y otras 10.000 viviendas que fueron afectadas tanto en Colima como en la vecina ciudad de Jalisco.