Desde Uruguay, Hernán Darío Gómez habla del fútbol y de la Tricolor.

Decir que la gran virtud de un entrenador reside en su simpatía puede sonar pueril, hasta frívolo.

Muchos cientificistas del fútbol lo verán como crítica más que como elogio. Sin embargo, Hernán Darío Gómez es un fabuloso vendedor de alegrías; tiene una sonrisa de un millón de dólares y un positivismo que contagia. Es su gran capital y con él ha llevado a Colombia y Ecuador a la Copa del Mundo, entre otras muchas aventuras exitosas en este planeta fútbol.

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Se disculpa: “No soy un Menotti o un Valdano para explicar lo que pienso del juego”. Pero a lo largo de una charla distendida y cordial desgrana reflexiones de notable agudeza. Sucede que la modestia del personaje se impone a todas las demás facetas.

Pregunta: ¿Cuándo renovó contrato con la Ecuafútbol por estos cuatro años?
Respuesta: En Japón, porque allí tuve las primeras conversaciones con el presidente Chiriboga sobre mi continuidad. Le dije que la primera palabra era la de Ecuador. Y en noviembre firmamos.

P: ¿Hubiera renovado de saber que Sudamérica iba a contar con medio cupo menos, que es virtualmente un equipo menos?
R: Yo diría que son dos equipos menos porque nos sacaron la ficha del campeón también. Vamos a trabajar muy presionados, más comprometidos porque hay menos posibilidades. Pienso que hay ocho equipos para dos lugares, porque descuento a Argentina y a Brasil, siempre los he descontado.

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Igualmente hubiera renovado por agradecimiento, por cariño y por el deseo de estar en el fútbol, de trabajar con selecciones buenas, pero la situación es muy complicada, aunque en Ecuador seguimos soñando con clasificar para Alemania 2006.

P: ¿Considera que Brasil y Argentina están un escalón por encima del resto?
R: Siempre lo he pensado.

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P:... Por estructura...
R: Y porque los equipos grandes ganan hasta jugando mal.

P:...Tienen una tradición y saben cómo mantenerla.
R: Tienen una historia, saben manejar las situaciones difíciles, los compromisos, pueden con las responsabilidades grandes, si sienten que están jugando mal se acomodan y hacen las cosas de otra manera; a veces los equipos chicos cuando están jugando mal se achican, se acomplejan, los grandes no, por más mal que estén jugando siempre hacen las cosas como para cambiar el resultado. Por eso Brasil y Argentina van a ser difíciles de alcanzar por mucho tiempo. También he estado pensando en Uruguay, que con todos esos jugadores jugando en Europa, les ha perjudicado muchísimo. Yo veía esa selección en la que jugaba Francescoli y tantos otros que jugaban afuera, y con ellos la selección no funcionaba.

Ganaron porque eran hombres de fútbol de mucho tiempo. Ese es otro equipo al que le tengo un poco de temor. Se ve en el Mercosur. Nosotros en la Merconorte (Gómez divide futbolísticamente a Sudamérica en dos zonas geográficas que define con esos nombres) nos matamos todos. A los del Mercosur les podemos ganar siendo locales. Pero de visitante es muy difícil. En cambio, si vamos a jugar un partido en Lima o en La Paz podemos perder o ganar.

P: ¿Ve chances ciertas de clasificar? Obviamente las ilusiones no se van a perder.
R: Nunca pierdo las ilusiones, jamás dejo de soñar. Hay un equipo armado, tengo la base hecha. Se hizo un recorrido bueno por Europa el año del Mundial. Cuando yo dirigía en Ecuador y clasificamos para el Mundial, dije: “Vamos a ir a aprender”. Se me vino todo el mundo encima, ¡que cómo vamos a ir a aprender a un Mundial...! Lo dije por experiencia propia, ¿usted se acuerda de Colombia en el Mundial 94?

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P: Fue una gran desilusión.
R: Ahí es cuando me di cuenta de que tenemos mucho que aprender. Porque con esa misma selección le podíamos ganar a cualquier equipo fuera del Mundial, pero dentro de él es otra cosa. Se vivían otras cosas, era otra capacidad, otra mentalidad, otro estilo. Ahí dije “no tenemos historia”. Alemania tiene historia, Brasil, Italia, Argentina tienen historia. Van a un Mundial y hacen las cosas como se deben hacer, nosotros nos vemos mermados totalmente. Recuerdo el partido Estados Unidos-Colombia en el Mundial 94. Yo soy de los que dirigen parado. Me paro, grito, me siento, hago de todo. Estaba conmigo Gustavo Moreno Jaramillo (dirigente colombiano) y me dice “Bolillo, qué te pasa, paráte, paráte porque no actuás”. Y cuando me paro no podía con las piernas, me temblaban. Nosotros le habíamos ganado a Estados Unidos todos los partidos en cualquier parte y con cualquier equipo. Y llegamos al Mundial y no fuimos capaces. Cuando le deseé suerte a Andrés Escobar antes de entrar al campo le toqué las manos y las tenía heladas.

P: Es que el marco de un Mundial intimida. Se dice que un juego mundialista equivale a cincuenta de otra índole.
R: Nosotros ganamos un partido, a Croacia, y la gente nos recibió bien, se alegró, se emocionó. Hay equipos que van a un Mundial a hacer su primer gol. Nosotros hicimos nuestro primer gol y la gente celebró. Y ganamos por primera vez en un Mundial... Eso emociona. Por eso yo decía “vamos a aprender”, porque no tenemos historia. Era como le decía al presidente Chiriboga cuando clasificamos en Bolivia: “Búsqueme los partidos que sea antes del Mundial, y si es en Europa, Asia o cualquier otro lado, vamos, aunque lleguemos con el equipo reventado. Me preguntó “¿por qué, Profe?” –“Porque tenemos que aprender”.

P: Necesitaban roce...
R: Eso, roce, mejorar su mentalidad... Había jugadores que no habían pasado el charco (cruzar el Atlántico). Casi todos los jugadores eran del país. Les debe costar un viaje de 10 horas cuando es por primera vez; la comida, los horarios los matan. Yo quería todo eso. Le decía al presidente: “Búsqueme todo eso, que yo sé que en el Mundial no vamos a estar entre los cuatro primeros ni vamos a ser campeones del mundo. Escasamente vamos a tratar de pasar a la otra ronda. Porque yo conozco los mundiales, voy a estar en mi cuarto Mundial y sé cómo es. Por eso dije “vamos a aprender”. Cuando regresamos todo el mundo decía: “Sí, nos falta mucho por aprender”. Ahora, en cambio le dije: “Presidente, ya quiero poquitos partidos, viajes cortitos porque ya no vamos a aprender”. En la eliminatoria es mano a mano, otra cosa, otro estilo.

P: Ahora solo necesita el óptimo rendimiento, la óptima preparación física, el máximo descanso...
R: Sí, porque tienen el torneo nacional, la Copa Libertadores, y si le sumás los partidos amistosos y la eliminatoria los reventás. A un fútbol que apenas está haciendo bases, cimientos para hacerse fuerte.

P: El campeonato ecuatoriano es muy atractivo, pero largo: es el único país que tiene 10 equipos en primera y juega 46 partidos para determinar quién es el campeón. Además de los torneos internacionales. Está muy congestionado.
R: Efectivamente.

P: ¿Cuál es el desafío que representa para usted este segundo ciclo en Ecuador? ¿No es arriesgar el prestigio ganado en el ciclo anterior? Porque la gente quiere triunfos y se olvida rápido de lo anterior.
R: Las experiencias me han enseñado mucho, las buenas y malas en Colombia y las buenas en Ecuador.

El fútbol en Ecuador ya no involucra solo el juego, el deporte, sino que es liderazgo, es dar ejemplo, es unir, es la autoestima del país. La ciudadanía se está manejando y se está estimulando alrededor de la selección nacional. Ahora la selección Ecuatoriana es el país. Y hemos tenido líderes dentro del equipo que han enseñado y han dado al país ejemplos para identificarse. Yo siento que es un trabajo que por el lado futbolístico está cumplido. Socialmente falta mucho por hacer, para seguir ayudando a este país, que necesita a esa clase de gente que ha caído pero que sabe levantarse después de caer, que es capaz frente a las responsabilidades, que es capaz de liderar, que es capaz de enseñar. Por ejemplo, que la gente se pueda identificar con Álex Aguinaga, que es una persona inteligente, o con Edwin Tenorio, que es el obrero, el que trabaja de 5 de la mañana a 5 de la tarde y a quien nadie reconoce. Entonces me parece una causa justa y bonita para seguir. Los técnicos sabemos que llegamos por buenos y salimos por malos. Siempre digo “cuando me echen”. Si me echan, dirán que Bolillo es una mentira, que lo mío fue esporádico... Yo no me voy a ir solo de aquí, me van a echar, lo tengo claro y por eso estoy tranquilo.

P: ¿Cómo ha visto a esta selección juvenil?
R: Muy distinta a lo que fue el proceso previo, sin aspiraciones, sin mucha alegría, sin esa convicción que debe tener un jugador cuando se pone esta camiseta. Me dejó triste porque no han hecho un aporte al fútbol ecuatoriano, como los mayores. No tuvo chispa ni picante, eso es el fútbol.

P: ¿Rescata algún valor interesante?
R: Soledispa, Saritama y Campos. Pero esperaba mucho más. Vi jugar a este equipo contra Argentina y empató, lo vi ganarle a Chile... Me disgustó la poca mentalidad, el conformismo. Llegaron a la fase final y como que ya cumplieron. Voy a hablar con ellos. ¡Si antes el fútbol del Ecuador pesaba menos 5 kilos y ahora pesa un kilito, defendamos eso...!