Una madre pasó su tercera Navidad sin ver a sus hijos, que desaparecieron el jueves 23 de diciembre de 1999.

Cada vez que María Bueno Caicedo mira en el álbum familiar los rostros de sus dos hijos desaparecidos, Eddi y Katherine Sánchez, siente “que mi corazón se derrite de la tristeza”.

La ausencia de sus pequeños –que ahora deben tener 13 años el varón y 11 la mujer– le cuesta a María Bueno varias noches de insomnio desde hace ya tres años.

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El jueves 23 de diciembre de 1999, su ex esposo Wimper Sánchez Restrepo se llevó a los niños a un supuesto paseo, en el recinto Pueblo Nuevo del cantón El Triunfo, y desde esa fecha jamás se supo de los tres. Ella tiene la patria potestad sobre los menores.

Bueno se mudó a Guayaquil, en la cooperativa Luchadores del Norte, manzana 1949, solar 6, para facilitar la búsqueda por medio de las instituciones de ayuda.

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En la Nochebuena pasada, la familia pidió con mucha fe al Niño Dios, fortaleza, esperanzas y “sabiduría para mantener la calma ante tan fuerte incertidumbre”.

Este es apenas uno de los dramas de padres de familia que han perdido a sus hijos.

De enero a noviembre del 2002 desaparecieron 388 menores, de los cuales 165 son mujeres y 223 varones, según informes del Cedanp (Centro de Defensa y Atención al Niño Perdido).

Entre niños de 0 a 1 año se perdieron 10 infantes; de 2 y 4, 15 menores; de 5 a 10, 122 chicos; de 11 y 15, 206 y de 16 y 17, 35 adolescentes, según un documento.

Marcelo Quintero sufrió hace cuatro años por el deceso de su esposa Mariuxi Calderón y ahora atraviesa
por una crisis emocional debido al extravío de su hija Celia Quintero Ortiz, de 5 años.

El 9 de febrero pasado, ambos fueron a Villamil-Playas para disfrutar unos días de vacaciones junto con unos primos y tíos.

En el momento que se descuidaron para comprar unos helados, la menor desapareció “misteriosamente”.

“Fue como si se la hubiera tragado la tierra”, exclamó el papá, quien la ha buscado todo el año no solo en Playas, sino también en las zonas aledañas de San Antonio, Progreso y Posorja.

Otro caso es el del menor Wellington Lascano Vera, de 11 años, quien se perdió cuando iba en un bus de la cooperativa Reina del Camino en compañía de su abuelo Arquímides Lascano desde Guayaquil con destino a Portoviejo.

El anciano, por el cansancio, se quedó dormido en la unidad y al despertar se halló con la sorpresa de que su nieto ya no estaba en el asiento contiguo.

Minutos antes de llegar al cantón manabita revisó por todos los asientos del bus y el chofer no le supo dar razón del muchacho.

El menor está extraviado desde el 14 de octubre pasado, señaló el Cedanp.

La educadora de párvulos Mariela Uquillas propuso a los docentes y padres de familia que se inculque a los estudiantes sobre normas de seguridad y qué hacer en caso de que se presente esta clase de emergencias.

Sugirió a los padres de familia que pongan en las ropas de los pequeños un carné con el nombre completo, dirección, tipo de sangre y teléfono de los familiares.

Además, se debe enseñar a los menores que se memoricen el nombre de sus padres y el teléfono de la casa o trabajo de algún familiar cercano.

“Y la fórmula del éxito es el cariño entre padres e hijos”, aconsejó la parvularia.