Por estos días, la nostalgia de separarse de los amigos es el sentimiento más común entre los chicos que culminan su educación secundaria.

Los estudiantes de sexto curso están muy alegres. Pero en ocasiones lucen tristes. Son dos emociones que atacan a todo joven que se despide del colegio para iniciar una nueva etapa en su vida.

Incluso los más insensibles sienten algo de nostalgia porque dejan atrás los recreos en el patio del colegio, los profesores, la rivalidad deportiva entre cursos, las convivencias, las olimpiadas, el uniforme (casi una segunda piel) y, sobre todo, los amigos.

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“Extrañaré mucho a mis panas, porque nos reuníamos a hablar de todo, hasta de nuestros secretos”, recuerda Jonathan Castillo, que llega a su querido colegio Eloy Alfaro para entregar el último deber como alumno alfarino.
Ana López, abanderada del colegio Guayaquil, culmina este año lectivo dando un examen, luego del cual aprovecha para pasar uno de los últimos momentos con sus amigas.

- ¿Cómo van a celebrar su graduación?
La fiesta de Navidad también será de despedida, y seguro que hablaremos de lo que dejamos atrás.

- ¿Y qué dejan atrás?
Todos los buenos ratos vividos en el colegio. El compañerismo, nuestras conversaciones. No hay amigas como las del colegio.

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Pamela Zea alaba la gran unión que hay entre ellas. “Todas mis compañeras, incluso de otros cursos, me apoyaron mucho cuando quedé finalista en la elección de reina del colegio. Era tanto el bullicio que las inspectoras nos retaron, pero valió la pena, porque ganamos”.

Ese apoyo también surge en los momentos difíciles.
Por ejemplo, cuando hace dos años Freddy Piguave, alumno del colegio Domingo Comín, se fugó de la institución para asistir al funeral del papá de un compañero de clases.

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“Me arriesgué porque tenía que cumplir con mi amigo, no podía fallarle; además, cuando le expliqué al inspector, me perdonó la conducta”.

Jugársela por los amigos puede ser la lección mejor aprendida por estos estudiantes, la cual asimilaron en clases, recreos, convivencias, encuentros deportivos o tomándose una cola en una esquina.

Para Vanessa Cumbe y sus amigas, del colegio Sagrados Corazones, los ratos de mayor integración fueron las fogatas que organizaban en el patio durante las celebraciones de la institución.

Sentadas frente al fuego forjaron una amistad que creció en sus salidas al cine, fiestas y paseos en el mall, los
cuales sin duda continuarán, pero con menos frecuencia.

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Lo importante es no perder ese vínculo que para muchos será el más fuerte de sus vidas.

Pero ¿por qué suele decirse que la amistad que nace en el colegio es eterna? Quizá sea porque en las clases de Matemáticas los alumnos aprendieron a elevarla a la máxima expresión; en Geografía, a que persista sin importar el lugar; en Física, a llenarla de energía; y en la clase de Química, a encontrar la fórmula exacta de un preservante perfecto que reacciona ante la nostalgia.


Momentos cumbres

"No puedo olvidarme de que en una presentación de cheerleaders solté a mi compañera y ella se fue al piso. Yo estaba muy angustiada porque fuimos un desastre, a pesar de lo mucho que ensayamos."
Jazmín Chong Lon
Sagrados Corazones

"Creo que cada recreo fue un momento cumbre, porque la pasábamos chévere entre todos. También algunas clases con profesores que nos enseñaron mucho."
Jonathan Castillo
Eloy Alfaro

"Este año quedamos campeones en fútbol. Ya era hora; habíamos llegado a las finales antes, pero perdíamos. Fue un triunfo de todos los panas."
Roger Ordóñez
Domingo Comín

"El año anterior ganamos el primer puesto en un concurso de bandas musicales.  Se realizó en Pascuales y esa experiencia fue lo máximo."
Lorena Álvaro
Colegio GuayaquiL