Los herederos de las once tribus de Israel y sus creencias religiosas exigen descansar el séptimo día de la creación y cubrirse ante la presencia de Dios.

Y a nuestros indígenas, también sus costumbres  les exigen que se cubran con sombreros de fieltro. Pero en nuestros días ya no son sombreros de lana de borrego: ahora son de fieltro europeo, esos elegantes sombreros que nunca se quitan nuestros indígenas al sentarse en el comedor, en banquetes, en el salón de un Congreso o una invitación diplomática; menos para intervenir en paneles de televisión, sean hombres o mujeres. El sombrero legítimo es el de lana de borrego con aroma de páramo andino, ahora suplantado por el fieltro europeo. ¡Es más elegante! Pero menos original. Más respeto me inspira el de lana de borrego, por ser original y auténtico.

A veces oímos en congresos el acento nacional con excelente articulación en el fraseo de sus intervenciones en buen castellano. No lo hacen como lo haría un alemán o británico hablando español: es castellano con acento iberoamericano y excelente fluidez. O sea los altos dirigentes indígenas, hombres y mujeres, se han asimilado al dejo hablado del resto de mestizos. ¡Bienvenidos! ¡Ya era hora!  No olvidemos que las mayorías de nuestras naciones de origen indígena son mestizos: muy pocos blancos, judíos, árabes, chinos y de raza negra. Los realmente indios, absoluta minoría, aunque parezcan muchos en las elecciones al dar el triunfo al coronel Lucio Gutiérrez.

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Ecuador es un país llamado a madurar y abandonar el circo, siempre pendientes del próximo reinado con desfiles de comparsas: la fiesta de cada Virgen, de cada santo en el onomástico que festeja la fundación y que termina siempre ahogada en sendas borracheras en cada rincón de la República. Así no se fortalece a la patria. Así no se gana el respeto de naciones del llamado Primer Mundo.

A un mandatario como Velasco Ibarra, ilustre por su erudición y cultura internacionales, se lo criticaba por rodearse de pésimo elemento en sus cinco gobiernos ¿Qué más podía hacer?

¿Acaso no era Presidente del Ecuador y no de los Estados Unidos o Alemania? Debía, por tanto, rodearse del elemento mayoritario del que disponemos.

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Igual le sucederá al coronel Gutiérrez y quienes sigan, hasta que el país se eduque y nos convirtamos en nación con masas humanas serias y respetables.
Teodoro Crespo Berci
Quito