En un pequeño cuarto del tercer piso del edificio Rey, ubicado en la avenida Gamarra, al sur de Lima, Solís labora desde hace cinco años junto a tres personas que repiten su rutina de elaborar blusas, pantalones, casacas y camisetas.

Esa avenida está rodeada de edificios de seis y diez pisos, en especial a lo largo de cinco cuadras. Desde el tercer piso solo se dedican a confeccionar y elaborar prendas de vestir.

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En la planta baja y aceras, aparecen los vendedores que intentan atraer a clientes peruanos, ecuatorianos, chilenos y de otros países.

En esa zona existen más de 200 talleres y cerca de 400 puestos de ventas donde confeccionan el 95% de las prendas de vestir que se comercializan en la zona fronteriza de Huaquillas y Aguas Verdes. Estas llegan también a Guayaquil, Quito, Cuenca, lo que provoca problemas a la industria local que no puede competir con los precios.

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Hernán Meza, dueño de la fábrica peruana Líder, explicó que los mayores compradores de ropa son los ecuatorianos.

Los precios son los más bajos del mercado. Por ejemplo, una docena de biquinis para mujer cuesta 18 soles (cerca de 5 dólares) pero al llegar a Huaquillas superan los 60 soles (14 dólares). En cambio, el precio de los productos elaborados en Ecuador (biquini) no baja de los 30 dólares la docena.

La comerciante peruana, María Córdoba, sostuvo que para que las prendas peruanas circulen en Huaquillas se cambian las etiquetas.

“En la frontera el producto de Perú es reconocido. Pero para venderse en Ecuador a buenos precios se ponen marcas reconocidas”, dijo.

Para la industria textilera ecuatoriana, el contrabando y la libre entrada de ropa perjudica las ventas de la empresa local, por eso solicitan a la Corporación Aduanera Ecuatoriana (CAE) que vigile la frontera para evitar el ingreso de textiles.