La visita coincidió con el levantamiento del corralito (congelamiento de fondos privados en los bancos), una de las medidas económicas más duras que afrontaron los argentinos durante un año y que fue impuesta por el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, para frenar una masiva fuga de depósitos que puso en peligro al sistema financiero local.

El fin del corralito liberó 21.000 millones de pesos (5.700 millones de dólares) y despertó el temor a que se produzcan masivos retiros de fondos para comprar dólares. Sin embargo, muchos ahorristas optaron por dejar su dinero en los bancos y se negaron a retirar pesos cuando sus depósitos fueron hechos en dólares. Tal actitud hizo que la divisa estadunidense se mantenga estable al cierre del día.

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La mayoría de los argentinos recibió la noticia de la apertura de las cuentas bancarias con indiferencia e incluso indignación, pues la conversión de sus depósitos les representó una pérdida del 50% de su dinero. Además, unos 30.000 millones de pesos (8.200 millones de dólares) en plazos fijos se mantienen aún cautivos.

La pesificación de depósitos, la continuidad del corralón y el aumento del 17% en las tarifas telefónicas y de energía eléctrica hizo que un centenar de ahorristas golpearan sus cacerolas y martillos contra las fachadas de los bancos frente a la mirada de unos 800 policías.

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Los damnificados por las trabas bancarias tienen sus esperanzas puestas en un inminente fallo de la Corte Suprema de Justicia que declararía inconstitucional la pesificación de los depósitos.

De concretarse esa medida, los analistas sostienen que los bancos podrían caer en bancarrota porque no cuentan con los fondos para devolver dólares.

La debacle financiera en Argentina comenzó en el 2001 cuando miles de millones de dólares salieron de los bancos ante la desconfianza que generaba en la población el gobierno de Fernando De la Rúa, quien fue incapaz de reactivar una economía estancada desde 1998.

En diciembre, Cavallo impuso las prohibiciones al retiro de dinero en efectivo, lo que provocó intensas manifestaciones que desembocaron en la renuncia de De la Rúa.