El campeón mundial de fútbol en 1950, Juan Alberto Pepe Schiaffino (Peñarol de Montevideo, Milan de Italia) falleció este miércoles en Montevideo después de una larga enfermedad, confirmó a la AFP un portavoz de la empresa fúnebre donde serán velados sus restos.
Schiaffino, un volante ofensivo de juego exquisito, marcó el gol que abrió el camino del triunfo uruguayo en la inolvidable gesta del estadio de Maracaná, cuando el seleccionado celeste de 1950, contra todos los pronósticos, derrotó a Brasil 2-1, para clasificarse campeón del mundo el 16 de julio de aquel año.
El Pepe también tuvo una brillante actuación con el equipo uruguayo en el Mundial de Suiza-54, donde los celestes culminaron en la cuarta ubicación, después de caer 4-2 en una recordada semifinal contra Hungría, que la prensa calificó en la época como "el partido del siglo".
Integró asimimso la selección italiana, con la que jugó cuatro partidos amistosos, antes de su regrso a Montevideo.
A nivel de clubes, Schiaffino brilló en Peñarol de Montevideo, con el que fue campeón uruguayo en 1949, 1951 y 1954, para pasar al Milan de Italia, donde dejó un recuerdo que se agiganta con el tiempo, tras conseguir los scudettos de tres temporadas: 1954-55, 1956-57, y 1958-59.
El Pepe había nacido en 1925, el 25 de julio (según versiones de la prensa uruguaya) o el 18 de ese mes (según estadísticas europeas).
Tras un breve pasaje por las divisiones juveniles de Nacional, junto a su hermano Raúl pasó al eterno adversario, Peñarol, donde forjó una personalidad, una imagen y una trayectoria que nadie discute.
Incursionó brevemente como director técnico, para dirigir a Peñarol y a la selección uruguaya en 1975.
En Uruguay y en Italia se le llegó a considerar el mejor jugador del mundo en su época, en competencia entonces con el argentino Alfredo Di Stefano, que brilló en River Plate de Buenos Aires y en Real Madrid.
Al igual que la saeta rubia, Schiaffino jugaba con el 10 en su espalda, en posición que antiguamente se conocía como entreala (volante ofensivo).
A 52 años de su mayor hazaña, la Copa del Mundo de 1950, el recuerdo de la exquisitez del juego de Schiaffino, a quienes muchos consideraron como "el dios del fútbol sigue vigente, y todavía se le considera entre la crítica especializada como uno de los mejores de todas las épocas junto a Pelé, Maradona, Di Stefano, Cruyff, Beckembauer y pocos elegidos más.