Un viejo puente carrozable se lo desbarató para construir otro, pero la obra se paralizó por falta de recursos hace cinco meses. Con la explosión del volcán Reventador y la lluvia de ceniza, las condiciones en que vive la población se complicaron.

“Nuestras casitas son de madera y la ceniza invadió todo: los potreros, las cabezas de ganado, los sembríos de naranjilla, tomate, plátano y yuca; estamos jodidos”, afirmó indignado Jaime Viracucha, morador del lugar.

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Jaime está preocupado, al igual que otros campesinos, porque escasea la atención médica. “Tengo una bebé de seis años y está con diarrea porque respira la ceniza; ahora voy a pedir al Alcalde de El Chaco que envíe médicos porque muchos estamos en la misma situación”, dijo, tras bajarse de la tarabita para caminar más de dos horas hacia la cabecera cantonal.

El único profesor de la escuela del pueblo, Jorge Inca, pidió a las autoridades que envíen urgentemente agua potable porque es escasa. “Hubo un deslave en la zona donde está ubicada el agua que utiliza la población; además, la ceniza que cayó hace que el líquido no sea apto para el consumo”.

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Grandes pérdidas
Unas dos mil personas, de las seis mil que habitan en las cinco parroquias del cantón El Chaco, están afectadas por la erupción del Reventador, según la evaluación de daños efectuada por el Municipio y la Defensa Civil.

El alcalde, Marcelo Fares, señaló que los daños en las plantaciones y ganado alcanzarían unos 3 o 4 millones de dólares. “Somos una zona agrícola y ganadera, por eso estamos preocupados, ya que la ayuda llega por goteo”.

El informe sostiene que la parroquia Santa Rosa es una de las más afectadas. Unas 1.400 personas perdieron su ganado y sembríos en los recintos Santa Rosa Alta y Baja, Cascabel, Tres Cruces, Las Palmas, Cusumbe, El Salado, Río Negro y Piedra Fina.