El candidato oficialista, José Serra y el izquierdista Luis Inácio Lula da Silva, disputarán mañana la presidencia del Brasil.

La falta de carisma de Serra  y su fama de intransigente parecen encaminarlo a una segura derrota.

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Además de ser el candidato de un gobierno cuya popularidad está en franca caída, en medio de dificultades económicas y sociales, enfrentará a Lula da Silva, quien promete un nuevo enfoque en la conducción del gigante sudamericano.

De origen humilde, similar al de Lula, Serra no logró convencer al electorado de que era algo más que la continuidad de las políticas liberales del saliente presidente Fernando Henrique Cardoso, pese a su fama de buen administrador.

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Un economista socialdemócrata de 60 años, el candidato oficialista dio muestra de esos atributos como ministro de Planeamiento y de Salud de Cardoso, así como promotor de importantes proyectos en el Congreso.

Lula
Hace más de 20 años, Lula fundó el Partido de los Trabajadores (PT) y enfrentó a la dictadura que gobernó a Brasil hasta 1985, que llegó a encarcelarlo.

El tiempo no solo ha encanecido la barba de Lula: el ex sindicalista revirtió muchas de sus posiciones radicales del pasado y se alió con un partido de centro-derecha, buscando tener éxito en su cuarto intento, después de 1989, 1994 y 1998, de alcanzar la presidencia.

Todos los sondeos indican que Serra, lector incansable de Jorge Luis Borges, no podrá evitar mañana una aplastante victoria de Lula en la vuelta electoral definitiva.

Una investigación de Datafolha divulgada el jueves atribuyó a Lula el 59% del voto contra el 31% de Serra.