El transporte público italiano y las comunicaciones por tren y avión sufrieron retrasos y cancelaciones esta mañana debido a la huelga general de un día en protesta a la política económica del primer ministro Silvio Berlusconi, organizada por el principal sindicato del país.
Muchos viajeros con destinos internacionales quedaron varados en los aeropuertos debido a que la aerolínea nacional Alitalia canceló o retrasó más de la mitad de sus vuelos programados, mientras que otras operadoras se vieron forzadas a abandonar sus conexiones dentro y fuera de Italia.
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La huelga del sindicato CGIL, que representa a casi seis millones de italianos, se produce en un momento delicado para el gobierno de Berlusconi, agobiado por los problemas de una economía estancada y en medio de una profunda crisis del fabricante de automóviles Fiat, la principal fuente de empleo privada del país.
El CGIL organizó 120 manifestaciones en todo el país, la principal de ellas en la sede principal de Fiat, en Turín.
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La huelga de ocho horas afecta al transporte público y se espera que interrumpa la mitad de los servicios ferroviarios, pero aparentemente no paralizará a Italia porque los otros dos grandes sindicatos del país no respaldaron la medida.
El sindicato de izquierda dijo que había convocado la huelga porque la política presupuestaria y económica de Berlusconi, además de las reformas laborales, están agravando la desaceleración económica y podrían culminar en la pérdida de 280.000 puestos de trabajo.
Es la segunda huelga general en seis meses en este país. La anterior, convocada en abril, fue respaldada por las tres centrales sindicales más importantes y produjo el mayor paro que Italia ha vivido en las dos últimas
décadas, al ser secundado por trece millones de trabajadores.
OTRAS HUELGAS
Además, durante los últimos meses se han producido decenas de huelgas de media jornada o de un día en diversas industrias del país para protestar contra la política del gobierno.
Los tres principales sindicatos del metal dijeron el jueves que convocarían una huelga de un día antes del 10 de noviembre, para oponerse a los planes de Fiat de despedir a una quinta parte de sus trabajadores.
En las últimas semanas, las compañías italianas han anunciado más de 20.000 despidos. Sólo Fiat planea despedir a 8.100 empleados, lo que representa un 20 por ciento de los puestos en la industria italiana del automóvil.
Más de 1.000 trabajadores de la fábrica Fiat en Sicilia viajaron a Roma el jueves para protestar contra los despidos, pero la policía evitó que manifestaran frente a las oficinas del gobierno.
Berlusconi, un hombre de negocios que se describe a sí mismo como un campeón de la economía de mercado, ha prometido un "fortalecimiento estratégico" del sector automotriz italiano, lo que despertó las especulaciones de que el Estado podría comprar la Fiat.
Pero con las arcas del gobierno disminuidas debido a la crisis económica general, una acción de este tipo parece estar muy lejana. Algunos aliados de Berlusconi indican, sin hacer ruido, que se debería dejar a la Fiat, que una vez fue el principal fabricante de autos en Europa, a merced de las reglas del mercado.
Guglielmo Epifani, que se convirtió en el líder del CGIL el mes pasado, dijo esta semana que el paro del viernes era para demostrar al gobierno la urgencia que tiene de reformar sus políticas sociales y económicas.
El CGIL espera que la demostración del viernes impulse al gobierno a reconsiderar no sólo su reforma laboral, sino también el presupuesto del próximo año que, según el sindicato, no estimula el crecimiento en una economía que apenas ha crecido en el último año.
Alitalia dijo que había cancelado 275 salidas y que se habían retrasado unas 109 de unos 600 vuelos programados, estimando que unos 35.000 viajeros se verían afectados por la huelga.
Los aeropuertos más afectados serán Malpensa en Milán y Fiumicino en Roma.