Elena Rubio y Piedad Cortez sacaron ayer varios de sus enseres y los llevaron a sus nuevas viviendas.
“Ya nos vamos, para qué seguir aquí si ya nos botaron. Dios es grande, no ha muerto. Él ve y cuida a todos para que no nos humillemos ante nadie”, dijo Elena Rubio, quien embarcó varios muebles en una camioneta.
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Igual actividad cumplió Piedad Cortez, quien dijo que vivió 40 años en este barrio, donde tenía a su familia y amigos.
Ayer el lugar lució desolado, unas pocas personas deambulaban por las calles interiores: Manabí y Guaranda. Allí se juntaron varios moradores para expresar su protesta contra el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, a quien acusaron de arbitrario y de no respetar sus derechos constitucionales.
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Uno de ellos, José Orellana, expresó: “No nos dice cuándo nos van a desalojar y tampoco nos pagan el justo precio por nuestras casas. Lo más grave es que no se respetó nuestro derecho a la propiedad, consagrado en la Constitución Política de la República”.
Julio Arroyabe, dueño de un taller mecánico, también se quejó por la decisión municipal. “Mi madre murió por la impresión de perder su casa. Luego nos encerraron con una malla como vulgares delincuentes. Somos gente trabajadora y exigimos respeto”, comentó.