Estaba con familiares en las escalinatas del cerro Santa Ana, eran las 24h00, cuando vi que mi carro había desaparecido y habían cerrado las calles, desde Loja hasta el túnel.
Me acerqué a dos patrulleros para que me ayuden. Los señores no dejaron de comer dentro de su coche, unos encebollados; con la boca llena dijeron que seguramente me habían robado y que ellos no podían hacer nada.
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Reclamé su falta de colaboración y respondieron que no eran “adivinos” para saber quién es dueño de cada carro. Mis demás acompañantes eran también mujeres. En eso apareció un amigo nuestro y ahí los policías “recordaron” que mi carro se lo había llevado la grúa municipal; algo ilógico ya que yo no me había estacionado en zona prohibida.
Cuando llegamos a la Casona vi mi carro. El señor que lo cuidaba me informó que la grúa lo había llevado porque estaba parqueado en un curva, cosa completamente falsa.
Ante la ineptitud de la Policía y la injusticia de los conductores de la grúa municipal, pedí a dicho cuidador que me dejara pagar la multa y accedió, pero no me dio el ticket de pago el cual fui a pedirlo al día siguiente y tampoco me lo entregaron. Después de unas semanas volví al cerro y me quedé hasta las 02h00; observé que la curva estaba llena de vehículos.
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¿Por qué tenemos que soportar estas injusticias? ¿Tocará resignarnos y siempre seguir dándoles a unos para las “colitas” a fin de que nos ayuden?
María E. Brando Flores
Guayaquil