La tragedia marcó su vida. En dos oportunidades la muerte le arrebató a sus maridos, uno de ellos perdido bajo los escombros del WTC.
Atenta al diálogo y expresiva en sus manifestaciones, esta mujer no se arredra ante la adversidad.Luego de su arribo se intoxicó por comer horneado, mote y aguacate, y mientras muestra las huellas de los cuatro sueros que le aplicaron, dice que “eso ya pasó”.A Elizabeth le agrada la tranquilidad de la zona andina. “Si me mandaran el dinero, me quedaría gustosa y reharía mi vida en Ecuador”, precisó.Pero no puede hacerlo, porque en Nueva York tiene cuatro hijos de su anterior matrimonio, con el guayaquileño Manuel Barragán, quien falleció hace 12 años por cáncer.La mujer se destaca entre la gente de ese sector rural del Cañar. Es alta, atractiva y de fluidas expresiones.Llegó a casa de Lucrecia Molina, porque es parienta de su fallecido esposo. La llama “tía Lucrecia”.
La madre de Moisés, Julia Rivas, se encuentra en Nueva York desde el año pasado que obtuvo una visa humanitaria, a causa de la tragedia.“Julia es mi vecina, ocupa un departamento adjunto al mío y entre las dos existe buena amistad”, manifestó.La sonrisa de Elizabeth se desdibuja cuando recuerda la desaparición de su esposo, quien “le tenía pánico a los aviones y justo murió porque dos chocaron las torres”.Ese 11 de septiembre veía la televisión. Cuando pasaron las escenas del siniestro quedó como petrificada.Pero lo que más le duele es no haber encontrado los restos de Moisés Rivas, para darles sepultura.
Es la segunda vez que llega a Ecuador. En 1985 estuvo en Guayaquil, cuando tenía 22 años y era la esposa de Manuel Barragán.","isAccessibleForFree":true}
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Familia sigue las huellas de emigrante desaparecido
La tragedia marcó su vida. En dos oportunidades la muerte le arrebató a sus maridos, uno de ellos perdido bajo los escombros del WTC.
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