Las fuerzas internacionales de paz incrementaron la seguridad en la capital después de que la semana pasada un atentado masivo con un coche bomba mató a 30 personas, informó esta mañana el comandante de dichas fuerzas.
Lo mismo hicieron los guardaespaldas norteamericanos del presidente Hamid Karzai, que continuó sus funciones públicas tras escapar el jueves a un atentado, horas después de haber estallado el coche bomba.
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A pesar de la detención en masa de testigos y sospechosos, no prosperaron las investigaciones en ninguno de los dos atentados, ni fue establecido vínculo alguno entre ambos.
El funcionario del ministerio del Interior Alí Sha dijo que fueron detenidos dos hombres después de estallar el vehículo, pero uno fue liberado posteriormente ese día y el otro quedó detenido. Sha no quiso dar detalles, pero anteriormente las autoridades dijeron que ambos tenían vínculos con el taxi que contenía la bomba.
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En Kandahar fueron detenidos 17 guardias de seguridad del gobernador provincial que resultó herido en el intento de asesinato, para ser interrogados sobre el atacante, que la semana pasada se unió a sus filas.
Una falange de guardaespaldas norteamericanos fuertemente armados caminaba el sábado junto a Karzai cuando el gobernante entraba al salón de conferencias de un hotel, para participar en un seminario en honor de Ahmed Sha Massud, el legendario comandante militar asesinado por atacantes suicidas hace un año.
Karzai decidió continuar su agenda pública tras el atentado, demostrar su seguridad y su certeza de que ambos ataques no indican que su gobierno esté en apuros.
Después del seminario, Karzai se desplazó a la tumba de Massud, en el Valle de Panjshir, al norte de Kabul, donde dijo a una multitud que su gobierno continuará combatiendo el terrorismo y cumplirá los deseos del hombre que yace enterrado aquí.
Con todo, el presidente reconoció el viernes que había sido imprudente en su lo que respecta a su seguridad personal y que tendrá más cuidado.
Las medidas de seguridad fueron mucho más estrictas que antes, reconoció el mayor general Hilmi Akin Zorlu, el militar turco al mando de la Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad en Kabul, con 5.000 hombres a sus órdenes.