Los presidentes sudamericanos se reunirán el viernes en Guayaquil para discutir el tema de la integración, pero  inevitablemente deberán abordar la amenaza de una nueva crisis de deuda por el  aumento de la percepción del riesgo regional en los mercados, la moratoria argentina y la incertidumbre política.

Siguiendo los lineamientos de la I Cumbre de presidentes sudamericanos,  realizada en Brasilia hace dos años, la reunión de Guayaquil, a la cual asistirán diez jefes de Estado, tendrá como objetivo el tema de la integración. De hecho, el lema de esta II Cumbre es "Infraestructura, integración física de  América del Sur".

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"Esta es una cumbre que va a fortalecer la integración, incluso física, de  América del Sur", dijo recientemente el presidente anfitrión, Gustavo Noboa.

La idea de la integración ha sido impulsada de manera decidida por el  gobierno brasileño, que en Brasilia buscó liderar una unión de los sudamericanos para encarar de una manera más compacta las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

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Y sin embargo se prevé que sea la crisis económica la que domine la agenda  de esta reunión.

Argentina atraviesa por la crisis económica más grave de su historia, en  mora con sus acreedores desde diciembre pasado, con los depósitos bancarios  congelados y la economía semiparalizada después de cuatro años de recesión.

Brasil sufre turbulencias provocadas por el contagio de Argentina pero  también por el nerviosismo de los inversores ante las elecciones de octubre  próximo, donde el candidato favorito en las encuestas es el izquierdista Luiz  Inacio "Lula" da Silva, del Partido de los Trabajadores.

Ante la difícil situación brasileña la vicedirectora del FMI, Anne Krueger, llegó esta semana a Brasilia para respaldar a ese país, pese a lo cual el real  continuó su caída, registrando el martes una baja histórica, mientras el riesgo  país de Brasil, que muestra la confianza de los inversores extranjeros, cayó un  5,4% a 1.707 puntos, sólo 60 puntos menos que la peor evaluación obtenida en  enero de 1999.

Si Krueger respaldó a Brasil, se mostró pesimista con respecto a Argentina: "el motivo de que queramos un acuerdo con Argentina, es que queremos construir  las bases para el crecimiento y una actividad económica normal. Hasta ahora,  siento decir que no tenemos eso", dijo el martes en Brasilia.

Consultada sobre cuándo Argentina y el FMI llegarán a un acuerdo, Krueger  dijo: "Me encantaría saberlo. El tiempo no está de nuestro lado sino de su  lado".

En la región entretanto existe la percepción de que Estados Unidos no ha  hecho esfuerzos suficientes con respecto a la crisis sudamericana, sensación  que podría agudizarse ahora que el secretario del Tesoro, Paul ONeill, aplazó  para el 5 de agosto una visita a la región prevista precedentemente para la  próxima semana, que de hecho ya era considerada tardía.

A comienzo de julio el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, señaló durante la cumbre del Mercosur que "es obvio que desde el 11 de  septiembre hay una concentración en Estados Unidos en el tema de la seguridad y  en la medida que ese tema gana terreno lo pierden nuestras preocupaciones como  la lucha contra la pobreza".

La difícil situación que atraviesa Argentina y en particular Brasil, ha  generado un fuerte impacto en el resto de la región, que podría agravarse ya  que no se prevé una solución a corto plazo.

El contagio ha llegado con particular fuerza a Uruguay, país que hasta hace apenas siete meses mostraba algunos de los mejores indicadores de solidez  económica y financiera de América Latina, y que actualmente vive una crisis sin  precedentes. Esta semana Uruguay vio su riesgo país subir hasta 2.195 puntos, el más alto de su historia.

Las privatizaciones han sido otro factor perturbador en la región. En  junio, los gobiernos de Perú y Paraguay debieron postergar procesos privatizadores ante las protestas populares.

En Perú la suspensión de la privatización de dos empresas eléctricas ya adjudicadas a una empresa belga evidenció las debilidades del gobierno del  presidente peruano, Alejandro Toledo, mientras en Paraguay el Senado derogó una  ley de privatizaciones de telefonía y ferrocarriles.

A excepción de Chile, cuyo crecimiento se mantiene en un 3% anual, todas  las economías sudamericanas se han visto afectadas por la crisis.

Pero además existe un panorama político confuso en varios países de la  región.

En Colombia, el conflicto armado ha recrudecido tras el rompimiento del  proceso de paz con la guerrilla de las FARC el pasado 20 de febrero, y se teme  que empeore a partir del 7 de agosto cuando Álvaro Uribe -quien pretende un fortalecimiento militar para enfrentar a los grupos irregulares- asuma la  presidencia.

En el vecino Venezuela, entretanto, el presidente Hugo Chávez fue víctima  de un cruento golpe de Estado que lo derrocó en abril pasado. Con apoyo de  militares leales y miles de partidarios civiles pudo retornar a la presidencia  en menos de 48 horas, pero desde su regreso enfrenta una severa crisis  institucional y el acoso de sus opositores que insisten en destituirlo lo antes  posible por medios constitucionales.

En cuanto a Argentina, que tuvo que declarar la mayor moratoria de deuda de  la historia, adelantó las elecciones seis meses a marzo de 2003, en un intento  por relegitimar sus desprestigiadas instituciones.