Desfiles y pregones cumplen su función de atractivo popular. Pero es recomendable acercarse más a lo esencial de la educación cívica dedicada a escolares y colegiales.

El esfuerzo económico y el sacrificio físico convienen reducirlos en grupos sociales que manifiestan débil nutrición, tal como lo refrendan las investigaciones sobre alimento y capacidad orgánica de nuestro pueblo.

No ha perdido valor el cultivo intelectual en las mentes jóvenes, como para que se lo note tan reducido.

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Hay que mejorarlo con información adecuada, visitas a sitios de valor histórico, certámenes en torno a hechos que no deben confundirse por escasez de aleccionamiento.

Analicemos con  profundidad las causas para que se muestre tan debilitado el saber histórico de las nuevas generaciones.

Debe calcularse hasta dónde está bien llevarlas a expresiones llamativas en lo externo. Pero que por el tiempo y los esfuerzos que exigen, alejan a las mentes del estudio y la interpretación que corresponden a los valores históricos nacionales.

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Los jóvenes están dados más a la superficialidad del desfile, pero carecen de instrucción sobre los hechos históricos que celebran.