Se dice que el fútbol es un deporte sin sentido, que es rudo y no de inteligentes, que hay que hacer un esfuerzo irrelevante (físico) para desarrollarlo, que no se usa la cabeza y, por si fuera poco, escucho: ¿Cuál es el chiste de ver a 22 fulanos corriendo atrás de un balón?
No explicaré a quienes piensen así sobre lo que trata este deporte al que, por algo, llaman rey. Hablar del fútbol es cotidiano y ya a nadie sorprende. Me centraré en mostrar lo que no quieren apreciar. Él une familias, países, corazones y amigos.
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¿Cuántas veces no celebró con los suyos gracias a la bendita pelota? Aunque no lo crea, es obra del fútbol. El balón rodó por un mes en 64 partidos, y pocos se dieron cuenta qué pasaba alrededor del torneo que ya terminó. Algunos sí se percataron de ello, pero ¿quiénes? Los empresarios del deporte que no hicieron más que eso, convertirlo en una industria. Y ya pensaron en qué movida harán para después.
Y admiro la actitud del jugador Hakan Sukur de Turquía, quien llevó de la mano a los integrantes del equipo coreano, quienes perdieron el tercer lugar del Mundial. Digan aquí que al final de un partido se abracen unos a otros, para ver si lo hacen. Eso es lo que nos falta aprender. Recordemos que el deporte es noble y que nuestros pateadores nos dieron mucho y de lo bueno.
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ROBERTO LÓPEZ
Estudiante, 21 años