Esa es, según lo admitió, una de las experiencias más grandes que Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, se llevará de su reciente visita al Ecuador.

El martes, en el parque Seminario, fue testigo de honor de un compromiso suscrito por delegados de naciones y pandillas de esta ciudad, para disminuir la violencia entre ellos.

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“Es la única parte en el mundo donde he visto eso”, dijo ayer en una charla en el auditorio de la universidad Santa María.

Esa mañana, no solo que bailó, sino se colocó una camiseta con gráficos elaborados por artistas urbanos, como se autodenominan quienes cambiaron las manchas en las paredes, por pinturas murales de gran formato.

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“Esto no sería posible sin un espacio de participación social, hay que destacar los hechos positivos porque esos son los que construyen la paz”, indicó.

En un intento por explicar esa especie de violencia urbana presente en las grandes urbes, Pérez Esquivel no dudó en apuntar sus críticas a los medios de comunicación, especialmente la televisión.

“Un estudio psicológico en los Estados Unidos dice que entre los cuatro y los 18 años, una persona ve por televisión más de 40 mil escenas de violencia, eso definitivamente tiene un impacto en la vida del joven”, advirtió.