Cuando Zinedine Zidane y sus compañeros de la selección francesa llegaron al aeropuerto de Roissy Charles de Gaulle, tras ser eliminados del Mundial en la primera fase, tuvieron que salir por una puerta secreta, para evitar a los aficionados que les esperaban, y no fueron los únicos.
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Zidane tuvo una lesión en el cuádriceps del muslo izquierdo el 26 de mayo en un amistoso contra Corea del Sur y debido a ello se perdió los dos primeros partidos del Mundial contra Senegal (derrota por 1-0) y frente a Uruguay (0-0), para ser eliminados por Dinamarca en el último partido, que su equipo perdió por 2-0.
Junto a él fracasaron hombres como Patrick Vieira, presentando como el mejor centrocampista del mundo por muchos, y los delanteros Thierry Henry, expulsado en el partido contra Uruguay, y David Trezeguet, máximos goleadores de los campeonatos inglés y francés, respectivamente, y que fueron incapaces de marcar un solo gol.
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Al mismo nivel de fracaso se pueden considerar los argentinos Gabriel Bastistuta, que marcó un gol contra Nigeria, en el único partido que ganaron los albicelestes (1-0) o Hernán Crespo, el tercer jugador más caro del mundo, tras Zidane y Luis Figo, que fue suplente del primero.
Crespo salió en los últimos minutos del encuentro contra Suecia (1-1) y marcó el único tanto de su equipo el recoger un rebote en el penal que falló Ariel Ortega. En la misma línea fracasaron todos sus compañeros, pero especialmente Juan Sebastián Verón, uno de los mejores centrocampistas del mundo, cuya gris actuación sirvió para que Pablo Aimar se fuera progresivamente ganando el sitio.
El portugués Luis Figo, mejor jugador mundial del año 2001 para la FIFA, tampoco estuvo a su altura, aunque se puede achacar en parte a sus molestias en un tobillo que arrastró buena parte de la temporada en el Real Madrid.
Su equipo y toda la generación de oro portuguesa fue eliminada tras un terrible comienzo ante Estados Unidos (derrota por 3-2), que se recuperó goleando a Polonia (4-0) y que acabó en drama (nuevo revés ante Corea del Sur).
Otro gran jugador que estaba llamado a triunfar y que pasó desaparcibido fue Francesco Totti, anunciado como el mejor jugador del evento por muchos. No marcó ni existió en sus cuatro partidos. Además, su sustitución por Alessandro del Piero en el último partido de la primera fase, contra México, propició el empate del italiano (1-1) gracias a un gol del jugador del Juventus.
En el partido en que los azzurri fueron eliminados en octavos de final ante Corea del Sur (derrota por 2-1 con gol de oro) fue expulsado en la prolongación por una segunda tarjeta amarilla por simulación.
También decepcionaron el polaco Emmanuel Olisadebe, el irlandés Roy Keane, ya que no llegó a jugar por una confrontación con el entrenador, el paraguayo José Luis Chilavert, fuera de forma, el ruso Alexander Mostovoi y los leones indomables cameruneses Patrick Mbona y Samuel Etoo.