Cuando un buque encalló el año pasado en las Galápagos la mayoría de las exóticas especies del archipiélago escaparon intactas al derrame de combustible, pero el miércoles los científicos dijeron que el accidente -que casi causa una catástrofe ecológica- tuvo consecuencias imprevistas.
A un año del episodio, un 62 por ciento de las iguanas de la cercana isla de Santa Fe estaban muertas, lo que demuestra que incluso un derrame de bajo nivel puede provocar un daño serio.
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"Es bastante devastador. En el momento incorrecto, podría haber eliminado totalmente a esta población", dijo a Reuters Martin Wikelski, un ecofisiólogo de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey.
Si hubiera ocurrido en un momento en que la disponibilidad de alimentos no hubiese sido tan abundante, todas las iguanas de la isla podrían haber desaparecido.
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La mayor parte de los más de 600.000 litros de diesel y otro combustible pesado derramados del cisterna fue dispersada por fuertes corrientes oceánicas, que hicieron que no se vieran afectadas las poco comunes criaturas y pájaros que habitan las islas, 1.000 kilómetros al oeste de las costas de Ecuador, en el Océano Pacífico.
Pero al monitorear cuidadosamente la cantidad de iguanas antes y después del accidente, Wikelski y sus colegas descubrieron que permaneció una cantidad suficiente de rastro de petróleo como para matar a más de la mitad de las iguanas de Santa Fe.
"Pese al bajo nivel reportado de contaminación de combustible, varias líneas de evidencia indican que el pronunciado incremento en la mortalidad que observamos entre los animales de Sante Fe estuvo relacionado con el derrame", dijeron en un informe en la publicación científica Nature.
Wikelski describió este descubrimiento como una advertencia contra la complacencia sobre la contaminación de bajo impacto después de un accidente ambiental en áreas de vida silvestre.
Las iguanas adultas de Santa Fe, y de la isla Genovesa, más distante y donde ninguna iguana fue afectada por el derrame, están libres de depredadores y normalmente mueren por falta de alimentos o por vejez.
Pero no hubo escasez de algas, que constituyen su fuente de alimentación, y los científicos encontraron una gran cantidad de esqueletos a lo largo de las orillas de la isla, lo que sugiere que el derrame estuvo relacionado con las muertes.
Además, la cantidad de iguanas declinó fuertemente en un período corto de tiempo.
Los científicos sospechan que el combustible podría haber tenido un efecto tóxico sobre las iguanas, sobre las algas marinas que comen, o podrían haberse rehusado a comer por contaminación de las algas.
Otra posible explicación es que los rastros de combustible hayan matado microorganismos de los animales que éstos necesitan para digerir las algas.
Cualquiera haya sido la causa, los científicos dijeron que sus descubrimientos ilustran el daño que puede causar la polución de bajo nivel sobre la vida salvaje, en especial en islas como las Galápagos que son el hogar de tantas especies poco comunes.
"Nuestros descubrimientos advierten contra la complacencia sobre la contaminación de aparente bajo impacto después de desastres ambientales en otras áreas de vida silvestre, como el Refugio Artico Nacional de la Vida Silvestre en Alaska", dijo Wikelski.