Jugadores y seguidores de las selecciones del Mundial de Fútbol de Corea y Japón deberán venir provistos de chubasqueros y paraguas plegables para protegerse de las fuertes lluvias de la época húmeda en ambos países, y mantener la calma si sienten en algún momento alguno de los frecuentes terremotos que sufre Japón.

En este país los terremotos son algo cotidiano, con una media de 1.300 perceptibles cada año y otros muchos de menor intensidad.

Publicidad

Ningún futbolista, informador, directivo o turista de los que planean viajar a Corea o Japón debería pasar por alto estos dos fenómenos naturales durante los meses de mayo y junio.

La lluvia podría arrebatarle al público el título honorífico de jugador "Número Doce" por ser una constante en todas las sedes y por su capacidad para influir en los partidos.

Publicidad

Los espectadores deberán ir a los estadios sin paraguas rígidos porque de lo contrario deberán abandonarlos antes de entrar a los partidos porque las autoridades los han prohibido, salvo los plegables, por temor a que sean usados como armas en altercados.

En Corea del Sur las diez sedes que acogen partidos tienen en junio índices de pluviometría medios de 110 a 280 litros por metro cuadrado, temperaturas de 20 a 22 grados y una humedad relativa entre el 71 y el 80 por ciento.

Fuentes de la agencia de meteorología dijeron a EFE que la lluvia y las temperaturas este año serán ligeramente más altas a lo normal.

En Japón nueve de las sedes tienen un pluviometría entre 130 y 294 litros por metro cuadrado, temperaturas medias entre 18 y 23 grados y una humedad relativa de casi el 70 al 83 por ciento.

La Agencia de Meteorología japonesa indicó a EFE que este año se esperan las habituales lluvias y temperaturas, y predominio de los días nublados.

Sólo Sapporo, la ciudad más septentrional del Campeonato, cuenta con mejor climatología: poca lluvia, menos de 51 litros al mes, 16 grados de temperatura y humedad del 74 por ciento.

En todo Corea y Japón las precipitaciones son continuas, con índices de 180 a 250 litros por metro cuadrado al mes y temperaturas medias entre 20 y 25 grados centígrados.

Estas lluvias en el nordeste de Asia ocurren estacionalmente cada año entre los meses de mayo, junio y comienzos de julio, con fuertes precipitaciones que en pocos minutos pueden dejar anegados los terrenos de juego.

Esta situación ya se vivió en la semifinal de la Copa Confederaciones disputada el 7 de junio de 2001 en el Estadio Internacional de Yokohama, donde la lluvia que cayó al terreno de juego llevó al presidente de la FIFA, Joseph Blatter, a sugerir que hubiese convenido cubrirlo completamente.

Sólo dos estadios cuentan con techo: el "Big Eye" de Oita, al sur de Japón, tiene uno retráctil que en veinte minutos puede ser colocado y proteger a jugadores y espectadores, y el "Sapporo Dome", que está permanentemente cerrado.

Los organizadores del Campeonato Mundial de Corea-Japón, pese a ser conscientes de este fenómeno climático, eligieron junio como mes de competición confiados en que las tormentas tardarían algo en llegar.

Sin embargo este año las bajas presiones y precipitaciones se han anticipado y la provincia de Okinawa, a 1.500 kilómetros al suroeste de Tokio, ya sufre las primeras lluvias copiosas.

La situación con los terremotos es distinta: en Corea del Sur hay muy pocos pero en Japón son tan habituales que escuelas, empresas y organismos públicos suelen realizar con frecuencia ejercicios de evacuación.

Japón está en el cinturón de fuego del océano Pacífico, en una zona de intensa actividad volcánica y en la unión de las plataformas tectónicas de Asia, cuyos movimientos suelen causar los terremotos.

En este país la población está acostumbrada a tener a mano una pequeña bolsa con provisiones, linternas, agua, radio y pilas para estas emergencias.

Cuando el temblor se produce el consejo es evitar correr a la calle en medio de la desesperación por el peligro de que algún objeto desprendido golpee al que huye.

Se recomienda protegerse metiéndose debajo de alguna mesa cercana o colocarse debajo del marco de la alguna de las puertas de la habitación o vivienda donde se encuentre uno durante el temblor.

También es importante apagar los fogones de las cocinas y cualquier aparato que pueda causar incendios antes de salir a la calle con los víveres y el agua preparados para la emergencia.

Tokio quedó prácticamente destruido en 1923 por un fuerte terremoto y por los incendios que se propagaron en pocos minutos por toda la ciudad.

Por lo general los temblores no suelen producir daños cuantiosos ni víctimas al haberse adoptado en la construcción medidas que disminuyen los efectos devastadores y utilizarse materiales absorbentes de las vibraciones.

La catástrofe más reciente causada por un seísmo ocurrió de madrugada en Kobe, unos 550 kilómetros al oeste de Tokio, el 17 de enero de 1995, con una magnitud de 7,2 grados en la escala de Richter, que causó 6.400 muertes y la destrucción de 248.000 construcciones.

Paradójicamente, la vecina Osaka, otra de las sedes mundialistas, al igual que Kobe, no sufrió apenas daños aunque las comunicaciones y vías de transporte entre ambas ciudades quedaron interrumpidas durante varios días.