“Si hay un entorno dominado por el fútbol y este envuelve a los chicos, habría que llegar al punto de darle las facilidades a los estudiantes para que disfruten de los partidos”, señaló el especialista, quien durante cinco años fue psicólogo de equipos de fútbol guayaquileños como Emelec, Filanbanco y Barcelona.

Tigua sostiene que en este tipo de situaciones el alumno tiene una perspectiva que da prioridad a lo deportivo, mientras el maestro tiene el síndrome “del profesor”, que lo hace olvidar de cuando era estudiante.

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Este choque crearía conflictos entre alumnos y profesores, por lo que el médico sugiere llegar a un punto de acuerdo en el que los chicos puedan disfrutar del fútbol y luego seguir sus actividades académicas.

El psicólogo manifestó que de no darse facilidades a los alumnos, estos no van a disfrutar de la clase ni el profesor va a contar con ese alumno, ya que su mente estaría en cualquier otro lado.