Según una leyenda, el doctor Condom, médico de la corte de Carlos II (1630-1685) fabricó un preservativo de tela para evitar que su majestad siguiese llenando la ciudad de Londres de hijos ilegítimos. (Por si usted no lo sabía, Carlos II pasó a la historia con el sobrenombre de “el monarca feliz”).

Pero es más probable que la palabra “condón” derive del latín condus, que significa “receptáculo”. Mucho antes de que Carlos II existiese, ya se hacían preservativos de intestinos de animal, utilizados para prevenir enfermedades de transmisión sexual más que para evitar hijos.

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Cuando Charles Goodyear descubrió el proceso de vulcanización del caucho, en 1839, no solo revolucionó la industria del automóvil sino que además permitió que los condones se fabricasen masivamente.

He leído que el triunfo de la extrema derecha y de Le Pen en Francia equivale a un regreso del fascismo en Europa. ¿Eso significa que podrían reaparecer los campos de concentración, las matanzas de personas inocentes y estallar una nueva guerra mundial o europea?

Si hiciésemos una comparación entre el triunfo electoral de Le Pen y las primeras victorias electorales de Hitler encontraríamos buenas y malas noticias.

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¿Por dónde quiere que comencemos?
Mientras lo piensa, hagamos un poco de historia. El 14 de septiembre de 1930 Adolf Hitler obtuvo su primer gran triunfo electoral. A partir de ese momento se convirtió en una de las figuras centrales de Alemania. Su Partido Nazi impuso el terror en las calles, asaltando los barrios judíos, apaleando a líderes sindicales y destruyendo las instalaciones de los pocos periódicos que se atrevían a criticarlo.

Menos de tres años después, en medio de la disgregación y el fracaso de los restantes partidos, fue designado canciller (un 30 de enero de 1933). Bajo su régimen de terror murieron seis millones de judíos, y la Segunda Guerra Mundial que él provocó le costó a la humanidad 40 millones de víctimas.
Aquí viene la buena noticia: el contexto económico y social de la Europa de entonces era muy diferente. A comienzos de los años 30, solo en Alemania existían seis millones de desempleados. La pobreza reinaba por todas partes. Las finanzas del Estado estaban exhaustas. En esas condiciones, Hitler supo explotar el descontento de la clase media empobrecida, culpando de la crisis a un complot de judíos y marxistas.

Hoy, Europa muestra una situación diferente. Aunque sean visibles ciertos síntomas de recesión, la tasa de desempleo es muy baja, hay subsidios para los desocupados y casi no tienen inflación.

 ¿Cuál es la mala noticia, entonces? Bueno, es cuestión de perspectiva. Si en medio de la prosperidad europea se ha podido desarrollar un movimiento fascista tan peligroso, ¿qué podríamos esperar si se produjese una recesión más o menos prolongada? Los expertos dicen que es muy poco probable que la economía europea se deteriore en exceso en los próximos años, pero no lo pueden descartar completamente.

El triunfo de Le Pen entonces quizás sea una advertencia de la historia. El fascismo europeo nunca murió; sobrevivió en un oscuro rincón, y allí engordó con cada actitud intolerante y cada gesto de discriminación, a la espera del momento apropiado para volver a atacar.

¿Por qué cuando saco hielo del congelador los dedos a veces se me pegan al hielo o a la cubeta?
La cubeta y el hielo se hallan dentro del congelador a unos 20 grados centígrados bajo cero. A esa temperatura, la humedad de la piel de los dedos se congela instantáneamente. Y es más probable que eso ocurra si la cubeta es de aluminio (o cualquier otro metal similar), que absorbe o transmite el calor con facilidad. Con una cubeta de plástico es menos probable que suceda porque el plástico es mal conductor del calor.