Barbie, la reina de las muñecas, se quedó “huérfana” tras la muerte de su madre, Ruth Handler, creadora del mayor éxito de ventas de la industria juguetera e inspiración para muchas generaciones infantiles.

Handler, de 85 años, falleció el sábado pasado en el hospital Century City de Los Ángeles por las complicaciones de una operación de colon sufrida tres meses antes.

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Con ella estaba su familia, incluido su esposo, Elliot Handler, quien también fue su socio, y su hija Bárbara, que le dio a Barbie no solo el nombre sino que fue su fuente de inspiración.

Handler deja además otra familia, esa que desde hace 43 años ha vivido sus ilusiones infantiles o sus mayores travesuras con  Barbie, la muñeca que revolucionó el mercado con sus curvas femeninas y su estilo de vida.

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Su esbelta silueta, sus facciones con maquillaje y, sobre todo, ese busto pronunciado, aún más marcado por una cintura de “avispa”, en un mercado de muñecas asexuadas, le valió en estos años no solo unas ventas de mil millones de ejemplares en 150 países sino un puesto en la cultura popular contemporánea.

Adorada por Andy Warhol, odiada por las feministas, y con un lugar propio en el Instituto Smithsonian, como señaló Handler en más de una ocasión, “Barbie es el mejor reflejo de que las mujeres tienen opciones”.

La vida de Handler también fue el mejor ejemplo de estas opciones, alguien que si bien es conocida como la “madre” del juguete infantil contemporáneo más popular, también dejó su huella entre otra generación de mujeres, esas que como ella fueron víctimas de una mastectomía en su lucha contra el cáncer de seno.

Handler creó la Nearly Me, la línea de senos postizos, cuando la única opción para las mujeres era rellenar el sostén con calcetines, era activista social en pos de la detección a tiempo del cáncer.

Aunque la vida de Handler está conectada a la cultura estadounidense, era la menor de diez hijos de migrantes polacos que no conocían el idioma cuando llegaron a Estados Unidos.

BREVES

En 1942 se asoció con otro diseñador industrial, Harold Mattson, para formar la casa juguetera Mattel, nombre compuesto por el apellido de este y el nombre de Elliot.

La compañía  llevó a cabo campañas inusuales en el mundo del juguete, pero tendría que esperar hasta 1959 para ver la llegada de su estrella, la muñeca Barbie, en la feria anual de Nueva York.

Ruth observó   el interés de su hija Bárbara en recortes de papel que reproducían a jóvenes profesionales y con curvas en las caderas, Handler propuso hacer un modelo igual en tres dimensiones, una idea rechazada por los ejecutivos de la empresa, todos hombres, confusos por la idea de una muñeca con senos.

Solo en el primer año, Mattel vendió más de 350.000 ejemplares, un poder en el mercado que pronto se convertiría en un gran reino con miles de accesorios y vestuario.