En su aula con techo de latón, la niña peruana Ana Cusihuallpa alza su dedo para contar cuánto aprendió de arqueología, sólo le molesta que las clases hayan incluido momias incas rescatadas justo bajo su escuela.
 
"Me gustan las momias con plumas en la cabeza, pero más me gusta mi colegio, que no lo desarmen. Había mucho polvo en mis cuadernos cuando las sacaban debajo del patio", dijo Ana, de ocho años, a Reuters, en su escuela fiscal sobre la falda de un cerro donde se levanta una estructura precolombina de barro.
 
La escuela de la barriada "Túpac Amaru" en Lima se excavó en un 40 por ciento --todo el patio de recreo-- y fue ahí que los arqueólogos peruanos hallaron momias de gran jerarquía.
 
El hallazgo de entre 2.200 y 2.400 momias bajo las arenosas calles, el colegio y el parque del barrio fue anunciado hace una semana por National Geographic Society en Washington, como el mayor cementerio de un solo período excavado en Perú. Ante tantas muestras podría revelar secretos del Imperio Inca.
 
"Zona arqueológica: Puruchuco-Huaquerones (500 a.C-1532 d.C)" reza el cartel que los pobladores pintaron demarcando las construcciones antiguas, que rodean a ese barrio carente de agua y desage y que recién cuenta con energía eléctrica.
 
Los restos descubiertos por el equipo que lidera el arqueólogo peruano Guillermo Cock datan de entre 1480 y 1535, pertenecientes al período Tardío de ese imperio que se extendió por el norte hasta Ecuador y por el sur hasta Argentina.
 
Desde 1999 hasta inicios del año pasado, los casi 12.000 habitantes de "Túpac Amaru" han vivido rodeados de trincheras, de donde salían enormes fardos de momias, cuyas envolturas de telas y relleno de algodón protegían hasta siete restos de incas en su interior, así como ofrendas y ajuares.
 
Los niños se acostumbraron a jugar entre las excavaciones maravillados por los restos momificados que conservaban su tocado de plumas en algunos casos --signo de alto rango-- sus vasijas de cerámica o metal, sus bolsos aún guardando hojas de coca e incluso vestigios de sacrificios humanos en su honor.
 
Ahora tras el hallazgo aparece el temor del desalojo.   
 
EL DILEMA DETRAS DE LAS EXCAVACIONES
 
Sólo hasta 1996 existían 156 barriadas en zonas arqueológicas de Lima y según Cock "este es un problema común".
 
"Nosotros no sabíamos lo que había debajo de la tierra. Esto estaba abandonado, era un relleno sanitario", dijo Joel Luyo, un líder de Túpac Amaru, que se pobló desde 1989.
 
El año pasado, los pobladores --dentro del 54 por ciento de los 26 millones de peruanos que viven en pobreza-- tuvieron que pagar 103.000 dólares para rescatar los restos y lograron que el Instituto Nacional de Cultura (INC) les dé un documento que daría luz verde para que obtengan sus títulos de propiedad.
 
El documento no incluyó a la escuela ni al parque.
 
Pero los hallazgos, algunos deteriorados por los restos líquidos del barrio, obligaron a los arqueólogos a pedir apoyo a la National Geographic, que aportó 43.000 dólares para la fase final del rescate y logró la primicia de su publicación.
 
"Sería terrible que nos echen después de todo lo que hemos hecho. Pedimos a National Geographic un museo", agregó Luyo.
 
Ante la falta de lugar, en el INC, las 12.386 bolsas con fardos permanecen en el "Laboratorio" de Cock frente a su casa, donde las cajas con unos 60.000 objetos incas aparecen por las ventanas del edificio de tres pisos abarrotando los andamios.
 
"La transcendencia del hallazgo es que tenemos una muestra tan grande que vamos a poder dar mayores detalles, más profundos sobre la sociedad inca, así como vamos a poder hablar de individuos, la historia individual de la gente", dijo Cock.
 
Por eso, la antropológa Susan Haun se pasa midiendo cráneos en el laboratorio intentando armar un rompecabezas de huesos para encontrar algún parentezco o afinidad; tomando muestras del ADN para hacer un mapa genético de los incas.
 
Hasta ahora se sabe, en forma preliminar, que ese fue un pueblo textil, pues el 95 por ciento de las herramientas halladas son agujas de madera y metal. Y que eran de baja estatura pero muy resistentes al trabajo duro por sus estructuras óseas.