En unos establecimientos dedicados a la venta de teléfonos celulares uno se encuentre con la “novel iniciativa” de que se puede adquirir, a un precio muy inferior, un objeto de estos usado.

Nadie pregunta la procedencia; es más, no le hacen ver al cliente el número de horas de uso que tiene ese celular.
Hagan la prueba; vayan con un teléfono de un amigo y soliciten que se lo activen a su nombre. Verán que de inmediato, con una tarifa muy baja, en unos lugares se firma un contrato y le asignan un nuevo número. Lo que importa es que usted sea cliente.

Deberían dar a conocer la identidad de la persona que les vendió ese celular o negarse a dar servicio, si la persona que solicita la activación no les exhibe el título de dominio del celular que pretende activar; incluso se debería retener el teléfono hasta que se traiga la prueba idónea que justifique la propiedad o posesión de dicho bien.
Se cortaría de raíz el hurto de teléfonos celulares.
Manuel Alfonso Díaz Trujillo
Guayaquil