Aunque se desconoce cuándo ocurrió la liberación del dirigente, quiénes lo hicieron y cuánto pagaron, la Policía admite estar “molesta” porque la familia Paz pidió que no investigara el caso.
Según un agente de la Unidad Antisecuestros y Extorsiones de la Policía (Unase), que pidió no ser identificado, lo grave de pagar por la liberación es que se alienta indirectamente la formación de bandas organizadas de secuestradores.
Según un informe de la Policía, en lo que va del año se han recibido más de diez denuncias de secuestro reales y más de una docena de extorsiones, cartas con amenazas, entre otras, ligadas con este delito.
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Por ahora dos plagios esperan ser resueltos: Carlos Cerón, comerciante del cantón San Gabriel, en Carchi, a quien lo secuestraron el 19 de marzo mientras regresaba de su hacienda, y el de Toufik Amador, quien fue raptado la noche del pasado jueves 28 de febrero en Ibarra, Imbabura, después de recibir la invitación de dos jóvenes colombianas para ir a un departamento.
Ayer se difundió que Oswaldo Chuqui, dueño de una gasolinera en La Troncal, Cañar, desapareció el jueves pasado en Guayaquil. Sus familiares no confirmaron ni desmintieron que sea un secuestro.