Si  el doctor Gustavo Noboa está convencido de que él lo ha hecho todo muy bien, el país no tiene ni la más mínima esperanza de rectificaciones gubernamentales con el propósito de que ahora el pueblo pueda salir de la actual crisis económica, la cual es tan grave que no permite más incrementos tarifarios en los servicios públicos, como el mismo Gobierno lo acaba de admitir.

Y no será por las cualidades de los candidatos en los comicios del 2002, sino por la tremenda calidad de la crisis que los ecuatorianos estaríamos en alto riesgo de elegir para el 2003 solamente a un De La Rúa, a un Rodríguez Saá o a un Duhalde.

Este riesgo podrá evitárselo si los presidenciales promueven que la Función Ejecutiva cumpla una urgente reforma económica antes de la campaña electoral del presente año, a fin de racionalizar los temas de la misma y sobre todo reactivar la economía, reducir la pobreza, para que el próximo presidente reciba de las urnas un mandato económicamente viable.
Lcda. Juan Gilbert Rizzo
Guayaquil

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Me informo, por internet, de lo que está ocurriendo en el país y realmente me preocupa mucho que la mayoría de las noticias son desalentadoras, las cartas de los lectores son siempre quejándose de los tantos problemas existentes, ¡y vaya que tienen razón de hacerlo!

Es que para quienes queremos ver a Guayaquil y el país desarrollarse, nos sentimos frustrados al ver que la piedra de tope de casi todas las penurias de nuestro pueblo son tres cosas que dan la vuelta como un círculo vicioso: los politiqueros de siempre (no digo todos los hombres que hacen política), la corrupción que campea a todo nivel y la deplorable situación económica en que se encuentra nuestro país como consecuencia de los temas anteriores.

Entonces, con ánimo de emular buenos ejemplos como lo que he podido apreciar en esta gran nación, donde estoy haciendo una pasantía en un hospital, debemos escoger a los mejores hombres para que dirijan los gobiernos y atinen a tomar  decisiones correctas.

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Gobernantes que ayuden a combatir la corrupción drásticamente; así se optimarán los fondos fiscales y podremos mejorar las carreteras (que acá son el emporio del desarrollo americano), la salud y la educación, que son pilares básicos del desarrollo, con lo que se motivaría la inversión extranjera en las fábricas e industrias del país, mejorarían las fuentes de trabajo y el nivel de ingresos lograría disminuir el alto índice de pobreza.
Lograríamos un círculo virtuoso en el que sí podremos salir adelante.
 Dr. Luis Góngora Chong
Philadelphia, Estados Unidos