Son 25 años entre ir y venir del país, y me gustaría saber qué contestarles a mis hijos cuando me dicen que no hay justicia al ver cómo de arriba abajo el país rebosa de corrupción, y una a una las empresas del Estado se turnan frente a la opinión pública para mostrar negociados gigantescos que enriquecen a ciertos ilustres gerentes, o partidos de turno en el Gobierno o Congreso, y quienes luego de cometer irregularidades se esconden en otro país para disfrutar a sus anchas de las hazañas.
Me gustaría animarlos; decirles que todo va a cambiar y que una luz mayor que el sol iluminará los corazones de la gente de bien para estas nuevas elecciones. Decirles que las reformas que se darán en la Asamblea no serán contra los pobres.
Me gustaría decirles que los arrebatos de tierras al pobre campesino van a terminar, que los cinturones de miseria irán desapareciendo por el apoyo del Gobierno a la mano de obra del campo con tecnología, y que los grandes terratenientes cederán en forma considerada su tierra subexplotada para entregarla a los más necesitados.
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Me gustaría decirles que las pesadillas van a desaparecer, que tengan confianza en los bancos.
Les digo a mis hijos que la honradez es una virtud.
Lcdo. Jimmy Sánchez Flor
Guayaquil En realidad no importa si somos primeros, segundos o terceros entre los países más corruptos de Latinoamérica; lo que sí importa es que vivimos dentro de un sistema que se maneja a base de pura corrupción.
Si queremos una cédula y no hay material, el tramitador la consigue (corrupción); si llamamos por teléfono desde una cabina y no nos entregan el recibo, pero el operador nos cobra lo que él quiere (corrupción); si el alumno está reprobado, el maestro lo pasa de año, pero a cambio de dinero (corrupción); si no deseo que me multen, el vigilante de tránsito me pide que le pase algo, y se lo paso (corrupción).
Así, podemos enumerar muchas actividades de la vida diaria donde la corrupción forma parte de nosotros.
Siempre está el amigo de..., el conocido de..., el recomendado de...
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Siempre se escuchará: “Yo te lo puedo conseguir más fácil”, o “A mí me lo hacen más barato pero...”, etcétera.
Igualmente, en cada gobierno hay un nuevo grupo de enjuiciados y condenados por corrupción o enriquecimiento ilícito.
Son bien conocidas las coimás y retornos, a todo nivel. No podemos quitarnos la corrupción de encima.
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Así seguimos viviendo y nuestros hijos son fieles expectadores de cómo funciona esta sociedad, donde lamentablemente aprenden que en este país la mejor forma de pasar bien y hacer las cosas más rápido, es por el camino de la corrupción.
Solo en cada uno de nosotros, padres, maestros y en general todas las personas conscientes que en verdad estemos dispuestas a no permitir esto, podremos cortar la cadena interminable de corrupción, empezando por lo más básico: no siendo cómplices de las coimas, denunciando a los estafadores que se cruzan día a día por nuestro camino, no eligiendo a políticos corruptos; así, posiblemente podremos entregarles a nuestros hijos un país menos corrupto.
Dr. Carlos Ríos Acosta
Buenos Aires-Argentina