El jueves 14 de febrero último, a las 21h00, en la terminal terrestre de Guayaquil había dos columnas para subir hasta la terraza y abordar los transportes interprovinciales.

Por una columna los ciudadanos accionaban un torniquete introduciendo una moneda de 10 centavos de dólar en una ranura, que les permitía pasar.

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 Por la otra, un par de mozalbetes recibía las monedas, las introducía a sus bolsillos, y al accionar un picaporte abrían una pequeña puerta metálica para que pasen los pasajeros.

¿No habrá llegado acaso la hora de parodiar la lapidaria frase del Dr. Carlos Julio Arosemena: “Es necesario que la CTG muera para que Guayaquil viva”?
Dr. Eduardo Vargas Tobar
Guayaquil

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 Es digna de aplauso la encomiable labor de depuración que está realizando nuestro alcalde, Jaime Nebot, quien con entereza ha decidido hacer algo para moralizar el ente de control de tránsito, por ciertos hechos e irregularidades contra la ética y moral.

Sin embargo, en un mal entendido sentido de defensa de nuestras instituciones costeñas, siempre nos hemos opuesto a su desaparición, pero bajo las circunstancias actuales muy obvias, se considera necesaria la aplicación de esta opción; sin embargo, existen propuestas muy valiosas de parte de los ciudadanos.

Una es de municipalizar la entidad para que sea presidida por guayaquileños que hayan demostrado entereza, moral y ética, y que sobre todo sean capaces, con sus demostrados dotes administrativos, de sacar adelante esta institución. Respaldemos las medidas que se tomen.
Roberto Mora C.
Guayaquil