Centenares de personas encendieron la noche del viernes más de 40 fogatas a lo largo de la playa y a las 00h00 de ayer se bañaron en el mar, un ritual con el que hace más de 20 años celebran la Semana Santa y que se volvió una tradición en esta población manabita en la que viven unos 5 mil habitantes.
Benjamín Rosales, de 60 años, explica que la creencia popular que él practicó desde niño y hasta hace diez años, es de que a la medianoche del Viernes Santo y Sábado de Gloria, el agua del mar se vuelve mansa, dulce y bendita y por esa razón cambia la suerte de quien se baña en ella.
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“Yo lo he comprobado y por eso venía siempre con mi familia. Prendíamos fogatas y a las doce en punto (00h00) pedíamos un deseo y nos bañábamos”, cuenta el hombre que ahora, por su edad, prefiere caminar por la playa con su esposa, Yolanda Jalca, de 49 años, y deja que la costumbre la continúen sus cinco hijos.
Con un poco de gasolina las fogatas empiezan a tomar cuerpo, mientras las gargantas se refrescan con un poco de cola, cerveza o aguardiente.
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Mantener la unidad familiar es el objetivo de su práctica. “Es lo más importante para nosotros y lo que siempre pedimos desde que vivimos juntos”, expresa Yolanda, que al igual que su esposo asegura haber comprobado que el agua del mar se pone dulce.
A las 00h00 los jóvenes se quedan en trajes de baño. Nadie siente frío. Un grupo de niños de 9 a 12 años deja de reír cuando observa que todos empiezan a meterse al agua.
Unos dejarán en su cuerpo, hasta el siguiente día, el agua que dicen está bendita. Para otros no es necesario. Las fogatas se apagan, pero la fe quedará encendida hasta el próximo Viernes Santo.
VÍA CRUCIS
Más de mil personas participaron el Viernes Santo del Vía Crucis que organizó el párroco de la iglesia Inmaculada Concepción, padre Giancarlo Malcontenti, en el malecón de Puerto López.
El acto fue escenificado por 20 voluntarios de la Defensa Civil, dos de las brigadas barriales y la Reina del cantón, quienes vistieron trajes alusivos a la época.
El evento, que se desarrolló en horas de la tarde, continuó con la misa de Viernes Santo que congregó a unas 800 personas, de las cuales comulgaron unas 200, según el sacerdote.
La costumbre del baño de medianoche en el mar tiene en los jóvenes a los más asiduos practicantes, que desde las 22h00 del viernes llenan el malecón para formar sus grupos de amigos.